Acapulco, Gro., Elizabeth Marroquín, trabajadora del hotel Copacabana, en la zona Dorada, está feliz porque después de más de seis días pudo encontrar a su hijo y su esposo, pero triste porque nos corrieron a todos los empleados eventuales, éramos casi 200.

Cuando el huracán Otis impactó Acapulco, sus familiares se encontraban en la colonia Vacacional, en la periferia del puerto; desde ese momento ya no supo más de ellos y fue hasta ayer que los localizó.

Estoy contenta porque aparecieron, pero muy triste porque yo y mucha gente hemos perdido nuestra fuente de empleo, expresó. Las cosas están más feas de lo que se dice, agrega en entrevista afuera de lo que fue su lugar de trabajo.

En ambos costados de la emblemática avenida Costera Miguel Alemán se acumulan no sólo escombro y ramas de los casi 400 árboles que fueron derribados por los vientos de Otis, ahora se suman numerosas bolsas de basura.

Los ciudadanos caminan entre polvo, ramas y desechos en busca de algún puesto del Ejército o la Marina para llenar sus garrafones con agua, recibir comida o una despensa, como ocurre frente al hotel Elcano. Otros acapulqueños buscan sitios para recargar sus celulares.

En el mercado de artesanías de la Diana los comerciantes colocaron una especie de barricadas para proteger sus mercancías que por ahora no sirven de mucho, pues el turismo está muerto.

Prácticamente no hay prestación de ningún servicio, salvo un Oxxo ubicado frente al Centro Internacional Acapulco, que ofrece cerveza y cigarros, entre otros productos.