o hay duda, Acapulco vive una de las tragedias más grandes de su historia, con pérdidas de vidas, aumento de la pobreza, destrucción, pérdidas económicas, presencia de grupos delictivos y un desánimo generalizado. Sin embargo, en medio de la tragedia, surgen oportunidades para recuperar la fuerza de esta gran ciudad.
En la época prehispánica en Acapulco vivían pescadores y comerciantes olmecas y en 1486 pasó a formar parte del Imperio Azteca. Después de la Conquista, en 1550, se construyó el puerto para realizar intercambios con Asia. Durante la época colonial se convirtió en el principal puerto del Pacífico y se unió con el centro del país a través del Camino Real Tierra Adentro. Durante el movimiento de Independencia participó en el proceso de liberación y ya para el siglo XIX se convirtió en un bastión del comercio internacional.
Para mediados del siglo XX, con Miguel Alemán Valdez, se transformó en el centro turístico más importante del país. En 1949 se construyeron la Costera y la avenida Escénica, el aeropuerto internacional, el centro de convenciones y una sólida infraestructura con hoteles y restaurantes de lujo, centros comerciales y de diversión y viviendas de lujo, bajo el concepto de la modernidad
que vivía México en esos momentos.
Este desarrollo dio pie a que la crema y nata
de Hollywood y muchos visitantes de Estados Unidos y Canadá, lo consideraran uno de sus principales destinos de descanso. El crecimiento comenzó entre 1930 y 1960 en la zona tradicional del centro; luego en el Acapulco Dorado, de Icacos hasta el Parque Papagayo, entre 1960 y 1980 y, a partir de 1987 con la creación de Acapulco Diamante, desde Las Brisas hasta unos kilómetros antes del aeropuerto, la zona de mayor impulso hasta antes del huracán Otis.
Hay que señalar que aunque Acapulco había perdido parte del turismo internacional era el lugar más visitado por mexicanos hasta unos días antes del huracán.
Ahora, ante la tragedia y la destrucción de hoteles y restaurantes en la costera y el daño de miles de viviendas, comienza una nueva etapa, en la que con una buena planeación se puede recuperar el atractivo del Acapulco tradicional que se encontraba olvidado. Esperemos que este proceso se lleve a cabo lo más rápido posible en beneficio de la población y del turismo.