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Dixio
Checomanía viaja en el Metro

Productos originales y copias podían hallarse afuera del Foro Sol, como la máscara de cartón del jalisciense

Juan Manuel Vázquez
 
Periódico La Jornada
Lunes 30 de octubre de 2023, p. 9

Si este domingo un usuario extraviado en el Metro de la Ciudad de México quisiera llegar al Foro Sol, sólo necesitaría dejarse arrastrar por el río humano color azul marino y coronado con dos toros en choque frontal.

El éxito de la publicidad alusiva a Sergio Pérez, el piloto mexicano de Fórmula Uno que este fin de semana es el héroe local de la Magdalena Mixhuca, es irrefutable ante tal despliegue de objetos, prendas y anuncios.

Los productos oficiales y las copias baratas alternan por igual en una orgía mercantil. Máscaras de cartón con el rostro de Checo, con orificios en los ojos para que el portador imagine que mira con esa visión de piloto de alta velocidad, se venden a 50 pesos y la entrada al Foro parece una pesadilla de Spike Jonze en ¿Quieres ser John Malcovich?, donde hay caras del piloto mexicano por todos lados, en adultos, mujeres, niños y ancianos que nos miran con la cara sonriente del tapatío de Red Bull.

Si ayer alguno que otro portaba productos de Mercedes o Ferrari, hoy todos estuvieron uniformados en apoyo al mexicano. Aunque quedó en quinto lugar en la parrilla de salida, los aficionados confiaron en que podría remontar y alcanzar otra vez el podio como hizo en los dos años anteriores.

La confianza en el piloto mexicano

Creo que Checo será muy agresivo en la segunda vuelta y empezará a ganar posiciones, dice un asistente movido más por el entusiasmo que por los números, apenas a principios de octubre sufrió lo que considera su peor actuación cuando terminó décimo en Qatar y en la carrera previa, Austin, se vio beneficiado con la descalificación de Lewis Hamilton para culminar en cuarto. El último podio que alcanzó fue en Monza en los primeros días de septiembre.

Entre la marea azul marino, brilla el rojo escarlata de un aficionado de Ferrari. Jesús Alcántara, de Ciudad Juárez, Chihuahua, la porta con el orgullo de quien se sabe diferente. Dice que al igual que en el futbol hay equipos fáciles a los cuales apoyar, y que así sucede en la Fórmula Uno.

Hoy todos dicen ser aficionados de Checo, y está muy bien porque es nuestro paisano que triunfa, pero cuando estaba en Force India todos se vestían de Mercedes y apoyaban a Hamilton. Yo soy aficionado a la tradición del automovilismo italiano, dice el juarense con orgullo y bromea con su compadre, vestido totalmente de Red Bull.

Mi compadre se viste de Red Bull porque no sabe, pero está bien, está bien, bromea.

Ya hay impaciencia por ver la competencia. En la zona de relación de los equipos, adonde acuden los invitados especiales, es posible ver pasearse a los pilotos antes de la carrera.

Deambulan cumpliendo compromisos de patrocinadores y de medios internacionales. Fuera de los uniformes de competencias y sin casco, esos temerarios encapsulados no son más que jovencitos risueños y hasta con acné, parecen colegiales en un día festivo.

Apoyo a damnificados de Acapulco por Otis

Antes de la carrera, presentan a los pilotos ante el público y dan un paseo a bordo de autos clásicos. Todos son ovacionados, pero el momento de Checo es estremecedor. El coro con su nombre satura el ambiente y el tapatío acompañado de su compañero de equipo, Max Verstappen, hacen su entrada triunfal.Se separan para subir cada uno a un vehículo.

Los competidores de Red Bull viajan en Mustang, el mexicano sobre uno descapotable en rojo intenso. Hay un mensaje de la Fórmula Uno en apoyo a los damnificados de Acapulco por el huracán Otis.

La vuelta anticipa lo que será la respuesta del público mexicano, apenas circula frente a ellos todo el Foro tiembla por la euforia. Quieren ver triunfar a Checo en su casa, salir con los laureles y empapado de champán, pero antes deberá vencer sus propios demonios y, sobre todo, al más temible de todos: su compañero de equipo, el neerlandés Verstappen.

No sólo no lo consiguió, sino que su participación duró menos de 20 segundos. El trayecto de 800 metros desde el banderazo hasta la primera curva donde sufrió un percance con el Ferrari de Charles Leclerc que lo dejó fuera de competencia. El Foro se apagó entonces. Ya no hubo algarabía. Le perdonaron el atrevimiento, pero el desenlace fue de una tristeza profunda que se ocultó luego del rugido de los motores.