Opinión
Lunes 30 de octubre de 2023Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Ciudad perdida

Río revuelto en el partido guinda // Hora de negociar // Alguien no saldrá feliz de la encuesta

Miguel Ángel Velázquez
M

orena anuncia desastre. Alguien amenazó y juró que habrá escándalo si la encuesta, que ya debió terminar, no le favorecía, y los números efectivamente, según nos cuentan, no le asisten, la diferencia es de poco más de 13 puntos.

Dadas las circunstancias, desde el viernes por la tarde se echó a andar una operación de emergencia con el fin de evitar un rompimiento, porque las amenazas estaban por convertirse en hechos peligrosos.

Aunque están más que acostumbrados a recibir ataques, los morenistas no piensan soportar en público lo que pueden arreglar en privado, y buscan ofrecer a quien lanza las amenazas una posición política importante que calme los afanes bélicos, en los que sólo se habla de rompimiento, y al mismo tiempo se ahoguen las ideas de abrazar el escándalo.

El asunto ahora es que la decisión no implica sólo una candidatura, sino el futuro de la 4T. Ganar perdiendo no parece ser la opción preferida en Morena. Si se cede a las amenazas, se ganará la ciudad; sí, pero se perderán las cuatro senadurías, cuando menos dos y un buen número de diputados, es decir, despedirse de la posibilidad de tener mayoría en las Cámaras.

Si fuera de esa manera, el famoso plan C del presidente Andrés Manuel López Obrador terminaría en nada, pero se ganaría la Ciudad de México, aunque con números apretados. Esa es la ecuación, el dilema que no se entiende por parte de quienes tratan de imponer a toda costa a quien representa sus intereses.

Dar a conocer el fin de semana pasado los resultados de la encuesta hubiera sido, según nos cuentan, una declaración de guerra entre las tribus de ese partido y los efectos que hubiera producido en el trabajo de Claudia Sheinbaum, ya como aspirante a la Presidencia de la República, serían graves, puesto que impedirían los cambios propuestos en el plan C.

Pero la tribu amenazante advierte que no aceptará ningún resultado –en la encuesta– que no sea el que anuncie su triunfo. Por el otro lado, la disciplina es absoluta, quizás porque se saben triunfadores y tienen en claro que el costo de una imposición sería catastrófica.

Aun así, las amenazas proferidas cuentan con el apoyo de ciertos personajes que desde el Zócalo quieren apoyar lo que sería, muy posiblemente, la única forma de seguir medrando del presupuesto. Pero además, la ventana que se abriría en Morena para que el chantaje se impusiera a la razón sería enorme.

Ahora se cuenta con una semana para tratar de que los daños colaterales no cuesten tanto, pero la verdad es que un arreglo donde las partes queden conformes no se dará, está muy lejos.

Hay que tener en cuenta, además, que aquí no se trata de la opinión de la gente, sino de la imposición de un grupo que no entiende más que de sus intereses, como en el pasado que tanto decían despreciar.

De pasadita

Aunque no causó mucho daño, el suceso del Estadio Azul avisó a Claudia Sheinbaum que no todos en el equipo que la acompaña tienen el tamaño necesario para manejar situaciones grandes.

Se supone que el líder de Morena en la ciudad, Sebastián Ramírez, tendría que haber organizado todo lo referente a un evento en el que la aspirante –la última en enterarse del asunto– mostraría músculo.

Pero no fue así. Ni Sebastián ni quienes le ayudan de cerca trabajaron para que el evento no fuera un fracaso; por el contrario, supusieron que repartiendo boletos a los militantes de su tribu e impidiendo la entrada a los que se supone no son simpatizantes de quien ellos apoyan podrían llenar el estadio.

El resultado está a la vista. Quisieron llenar en un solo día sin la mayor propaganda, quisieron que sólo fueran sus correligionarios y, por fin: ¿querían perjudicar a Claudia Sheinbaum?, por poco les sale. Aguas.