Jueves 26 de octubre de 2023, p. 6
Morelia, Mich., La cineasta mexicana Lila Avilés está consciente del llamado síndrome de la segunda película, que consiste en una disminución cualitativa en la creación de la siguiente cinta. Máxime ella, quien acarreó carretadas de aplausos y buenas críticas con su debut, La camarista (2018). Avilés presentó ayer en competencia su trabajo Tótem (2023) e instantáneamente tomó distancia del resto de títulos proyectados en la competencia oficial de ficción, y se colocó como la más firme candidata a convertirse en la favorita del 21 Festival Internacional de Cine de Morelia y, como se dio a conocer hace un par de semanas, será la propuesta mexicana para aspirar a formar parte al mejor filme de habla no inglesa en los próximos premios Óscar.
En entrevista con La Jornada, Lila Avilés señala: “hay un tabú con las segundas películas, si te fue bien con la primera, la siguiente ya no será igual, pero haré la tercera, cuarta o quinta con la misma pasión. Lo lindo de crear Tótem fue que la hice con el corazón, porque independientemente de si gusta o no te lanzas al ruedo porque crees en tu trabajo, das a conocer tu cinta y la reacción es brutal, pues imagínate, estoy feliz”.
Tótem inicia con el deseo de Sol, una niña de siete años, quien en su cumpleaños formula un deseo: pediré que mi papá no se muera
; ella pasa el día en casa de su abuelo ayudando a sus tías con los preparativos de una fiesta sorpresa para su padre enfermo. Mientras el día avanza, los lazos que mantienen unida a la familia serán puestos a prueba. Sol entenderá que después de esa noche su mundo cambiará drásticamente.
Mostrando una sonrisa franca, la plática con Lila Avilés continúa: “La historia bonita de esta película es que ya la venía cargando desde La camarista, ya sabía que Tótem iba a ser mi segundo largometraje, donde me interesaba crear estos microcosmos, hablar de muchas cosas de una familia desde la otredad, de todo lo que la acompaña desde sus vínculos inasibles que no se pueden expresar con palabras hasta los animales de compañía. También de cómo nos habitamos nosotros mismos”.
Ya con la sonrisa escondida, la directora mexicana de forma seria dice: “me interesaba regresar a la idea de la casa, como hogar y como espacio propio, nuestro cuerpo. Entonces jugué mucho con esto que se dice de que ‘infancia es destino’, hay que poner atención en los primeros años porque hay una falsa idea de que los niños no entienden, y hay que acabar con esto porque a veces los infantes hacen las mejores apreciaciones de las cosas. A partir de ahí se comienza a construir o desconstruir su personalidad. Mostrar con esta idea del tiempo cómo hay días que nos marcan y eso nos transforma, cambiamos de un día a otro; quería honrar esos días feroces y que la vida, con su luz y su penumbra, tiene sus dualidades, como la dialéctica que tenemos todas las personas”.
Además, menciona con cierto autoescarnio: “ahora ya con una segunda película ya soy más cineasta. Eso está chido. ¡Jajaja!. Por ejemplo, esa propuesta para que Tótem sea considerada, para mi es honrar mi surco como cineasta porque es el lugar donde mejor me siento, donde siento que hago una búsqueda, siento comodidad en su sentido más riguroso: que me siento bien”.
También indica que además de la consideración a los Óscar, el Ecumenical Award en el Festival de Berlín y resultar la Best Director del Jerusalem International Film Festival: la película ha viajado tanto, ya llevamos como 50 festivales en el mundo y estrenar en Morelia es una alegría total, presentarla. En esta diversidad que somos donde tenemos, en la que convive al mismo tiempo nuestra parte linda y no tan linda, lo que nos queda es echar para adelante
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No se distingue si las sonrisas/carcajadas/risotadas de Lila Avilés son a placer o para asirla a la charla, lo cierto es que a la pregunta de que Tótem la sustentan en puras mujeres: “vengo de una familia muy de matriarcado mis tías son maravillosas, guerreras, alocadas, y también tengo un papá que es muy lindo. Pero además anida en mí esa parte feroz en mi educación y en cómo comprendo el mundo, pero esta visión no la intento imponer en Tótem, creo en el equilibrio y simplemente se dio. Como todo hay que atender la raíz de las cosas, escarbarle un poquito, no es que únicamente las mujeres tengamos la solución, creo en el equilibrio, el trabajo en equipo y la diversidad como lo muestro en la película. En Tótem intenté no irme para un solo lado, sino mostrar toda una constelación de personajes: de chile, mole y pozole y de nada al mismo tiempo”.
Los ojos de Lila Avilés se posicionan en un punto intermedio entre el techo de la habitación y su cabeza, su sonrisa se hace imposible por preponderar su palabras: “hay algo muy lindo en los procesos de escritura que me enamoro de los personajes y luego se va gestando la historia. No es una forma impositiva de marcar su ruta. Siempre hay una idea cuando vas creando a cada uno de ellos, pero poco a poco los voy inventando como en Tótem; si bien Sol es la protagonista, quería que fuera toral, fue complicado porque no hay que forzar para poder abandonar y regresar a cada uno de los personajes cuando se requiriera, y Sol como centro gravitacional de todos”.
Lila Avilés lanza una última carcajada: ha sido una aventura totémica el camino de esta cinta por todo el mundo, China, Japón, Australia, Turquía, España, Perú en todos lados ha sido bien recibida y ha creado una empatía inusual porque toca muy ferozmente con el espectador, considero que la belleza de la diversidad es que nos damos cuenta que somos muy parecidos en todas partes. Falta ver la reacción aquí en México, que por supuesto para mí es el país más importante
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