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Roger Waters, la poesía de lo sutil
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▲ Ilustración de la portada del disco: en la pupila del cachorro pitbul se refleja el prisma del álbum original.
Pablo Espinosa
 
Periódico La Jornada
Sábado 21 de octubre de 2023, p. a12

El nuevo disco de Roger Waters es un ejercicio de lo sutil, una revisitación reflexiva a una obra maestra insuperable, irremplazable: Dark Side of the Moon, sin la intención de sustituirla sino completarla, de acuerdo con lo dicho por el propio autor en un largo video donde explica una a una las nuevas piezas y su búsqueda por concentrar las razones más profundas que dieron luz al original.

Esas razones son la oposición de los contrarios, o mejor dicho, los complementarios: luna/sol, luz/oscuridad, el bien/el mal, nacimiento/muerte

Y a partir de esa dialéctica, pone en primer plano la intención primaria y primordial: la empatía, es decir pensar en el otro, buscar el bien de los demás, el límite de la trascendencia en la inmensidad de lo mortal.

La reflexión que recorre esta secuela del disco original es la condición humana, la de ser mortales, el gozo de estar vivos y enfrentar la vulnerabilidad.

El título de esta nueva obra es el siguiente: Dark Side of the Moon Redux.

El término redux proviene del latín reducere: traer de vuelta, y es usado en literatura (las revisitaciones de autores a sus obras), música y cine, por ejemplo el Apocalypse Now Redux que hizo Francis Ford Coppola en 2001 a partir de su original, de 1979.

En música, este término implica técnicas varias para conseguir una obra nueva a partir de un original. Por ejemplo, desarrollando un tema que se imita en otros subtemas o variaciones y guardan el mismo patrón rítmico del tema original; cada parte se asocia con la otra, pero difieren entre ellas los patrones melódicos y sobre todo el tempo de cada variación.

En toda la nueva obra de Roger Waters, el tempo es lento, muy lento, casi hasta llegar a la parsimonia y a los compases cansinos. No hay la espectacularidad que caracteriza a la obra primordial y en su lugar se instala la poesía de lo sutil.

Resulta recomendable, antes de escuchar este nuevo disco de Roger Waters, intentar el ejercicio de hacer a un lado el original, quitarlo de la mente y permitir que fluyan las nuevas piezas resultantes. Buscar, en cambio, los elementos que hicieron pasar a la historia al original, literalmente eclipsaría los logros obtenidos en esta nueva aventura.

Ya hay suficientes versiones que reproducen más o menos tal cual, el original, incluyendo la versión conmemorativa de los 50 años del disco y las incontables versiones en vivo, grabadas en disco o presenciadas en concierto.

Dark Side of the Moon Redux comienza en el silencio, trinar de aves. Un amanecer. Y el tam tam del primer sonido que escuchamos en la vida: el latir del corazón de nuestra madre, estando nosotros en su vientre, aún sin nacer.

Irrumpe entonces la poesía:

The memories of a man on his old age
Are the deeds of a man in his prime
You schuffle in the gloom of the sick room
And talk to your self as you die

Los recuerdos de una persona en su edad madura / son los esplendores de su mejor edad / Arrastras los pies en la penumbra del cuarto de enfermo / y dialogas contigo mientras agonizas.

Es la primera de muchas referencias literarias que abundarán en el disco. A William Faulkner le sucederán William Shakespeare, Harper Lee, William Blake, Edgar Allan Poe, Samuel Beckett, Bertolt Brecht, Johann Wolfgang von Goethe, sin nombrarlos sino como meras reminiscencias.

Los versos de este hombre en su edad madura son los versos de este mismo hombre en su juventud: provienen de la pieza octava, Free Four, del álbum Obscured by Clouds, de Pink Floyd, escrita por Roger Waters cuando tenía 29 años de edad y que ahora retoma para recitarlos.

Roger Waters entrevera piezas a muy baja velocidad, tono y ritmo, con largos momentos del género spoken word, que data de la cultura milenaria africana, fue retomada en los años 20 del siglo XX en Harlem y puesta en alto por Allen Ginsberg, William Burrouhgs y toda la generación beatnik. Otros grandes cultivadores del Spoken Word: Leonard Cohen, Serge Gainsbourg, Laurie Anderson, Lou Reed, John Cage, Jim Morrison

Cuando Patti Smith, por ejemplo, adopta el spoken word en sus conciertos, el público suele abandonar la sala precipitadamente. Es un género arduo que pide mucho al escucha y suple el ritmo, tono y gesto sonoro de los instrumentos musicales, por el mero ritmo, tono y gesto de la palabra sola, en busca de crear una atmósfera. Es un género eminentemente teatral y poético, ambos elementos que distinguen la carrera entera de Roger Waters.

El momento más brillante del amplio segmento de spoken word desplegado por Roger Waters en su nuevo disco es la pieza On the Run:

Today I awoke from a dream
It was a revelation
Almost Patmosian, whatever that means

Hoy desperté de un sueño que fue como revelación. El vocablo Patmosian, que cita y se burla de inmediato, muy en su estilo (whatever that means) tiene el siguiente contexto: la isla de Patmos es, se dice, donde Juan Evangelista escribió el Apocalipsis.

Narra con humor irónico Waters así su sueño: “Comenzó con una de esas típicas mamadas de combate contra el mal (some standard bullshit fight with evil), representado por una creatura encapuchada y encapotada de la que huíamos, pero no había escapatoria, todo era caos; se trataba de la batalla final, de la confrontación definitiva del bien contra el mal y todo se convirtió como en una suerte de videojuego sobre una pista de circo frente a lo cual Guy Laliberté enloquecería (nueva ironía: Laliberté es el director del Cirque du Soleil), pero ganamos y terminamos exhaustos, mirándonos unos a otros, sonriendo y sosteniendo nuestros antebrazos como si fuéramos algunos de esos malos actores shakesperianos, mientras empezó a escucharse una voz, como la de Atticus Finch”.

Otro momento fulgurante de spoken word es la pieza titulada Time, que alude precisamente a esa voz:

The voice
Have been there all along
Hidden in the stones
Hidden in the rivers
Hidden in
All the books
It was the voice of reason

Los elementos musicales de Dark Side of the Moon Redux son frugales, solemnes, de una elegancia magistral. La voz de todos tan añorada de Clare Torry en Great Gig in the Sky (en la nueva versión de Waters es una oda, réquiem, treno, por la muerte de su amigo, el poeta Donald Hall, el más largo e innecesario spoken word del disco) es un eco lejano en un sintetizador Moog, mientras la voz de Bedouine (Azniv Korkejian) dota de una atmósfera exquisita al disco porque lo que eran grandes conflagraciones vocales e instrumentales en Dark Side of the Moon, se convierten aquí en himnos, susurros, melopeas plenas de texturas finas y tejidos delicados.

Lo que suena en este disco es la exquisitez instrumental apenas dibujada, el trazo en casi bosquejo, insinuado, los detalles apenas perceptibles, como por ejemplo el ladrido de un perro, elemento presente en todos los conciertos en vivo de Roger Waters, pero aquí muy a lo lejos, en eco al sonido de campanas, el trinar de aves, el desencadenamiento de sonidos delicados, sin estruendo. He aquí, por fin conseguido, el delicate sound of thunder siempre buscado por Pink Floyd, puesto a sonar sin aspavientos.

Todo es cuestión de abrir los oídos y dejar atrás la versión original. Tenemos ante nosotros un nuevo original, que está detrás del lado oscuro de la luna y que, recita al final Roger Waters, en realidad no es oscuro en absoluto: “it’s not all darkisn’t it?”

El lado oscuro de la Luna es en realidad la poesía de lo sutil.

En X, antes Twitter: @PabloEspinosaB

disquerolajornada@gmail.com