yer, a las 10 de la mañana con nueve minutos, Claudia Schein-baum escribió en su cuenta de X, antes Twitter: ...platiqué con Alejandro Encinas, compañero de lucha de hace muchos años. Lo invité a que nos apoyara en el proceso que se avecina y aceptó gustosamente
. El martes, a su vez, a las 17:12, el todavía subsecretario de Gobernación había recurrido a la misma plataforma de Internet: “Hacemos público un adendum al informe de la #ComisiónAyotzinpa ( sic) Conócelo”.
A la hora de cerrar la presente columna no se había precisado si el tuit de Sheinbaum implica la inminente salida de Encinas de su cargo en Bucareli, lo cual se ha venido mencionando en pasillos del poder desde semanas atrás. Lo cierto es que, al anunciarse tal aceptación gustosa del subsecretario a una invitación a un proyecto partidista, queda de inmediato en condiciones poco propicias para continuar con la tarea que tan fatigosamente ha tratado de cumplir.
Los movimientos políticos de Encinas tienen como contexto la incesante demolición de las instancias de credibilidad que se construyeron en la actual administración para ofrecer verdad y justicia en casos señeros como los de Ayotzinapa y de la guerra sucia, además de muchos otros, relacionados con violaciones a los derechos humanos, que igualmente quedan al garete, con nuevos titulares que no tendrán tiempo ni condiciones favorables para intentar avances reales en los puntos que a sus antecesores les fueron vedados o cegados.
Ya antes se generaron circunstancias intencionales para desalentar el trabajo del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes y llevar a sus integrantes a dejar el país, siempre señalando al poder militar como principal obstructor de las investigaciones. Ya antes se generaron circunstancias intencionales para echar fuera al fiscal especial para el caso Ayotzinapa, Omar Gómez Trejo, y a su equipo, y sustituirlo por burocracia manejable. Ahora se invita a Encinas a un proyecto partidista y con ello se cierra de facto la única ventana restante. Es una nueva versión del Año de Hidalgo: tarugo el que de verdad investigue algo.
El litigio político por el control judicial, en específico en el tema de la extinción de fideicomisos, avanza en el carril legislativo a favor de la llamada Cuarta Transformación, ya con la aprobación de los diputados y por venir la de los senadores. Así estaba previsto y así está transcurriendo. Pero aún no hay razón para echar las campañas a vuelo, como ya lo están haciendo algunos personajes morenistas: enseguida vienen las impugnaciones que en cascada preparan legisladores de oposición y trabajadores del Poder Judicial y que habrán de resolver justamente los principales involucrados en el tema, los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
La enconada adjetivación que se ha producido a favor y en contra del paquete de acciones en materia judicial, que incluye lo de los fideicomisos y el presupuesto para 2024, denota el carácter electoral que a fin de cuentas marca la citada batalla.
Morena y sus aliados saben que los fideicomisos podrían ser salvados por los ministros y que el recorte presupuestal al Poder Judicial Federal puede generar ebullición opositora (La Corte no se toca
, ya plantean en remembranza de las movilizaciones anteriores en defensa
del INE) y abiertas protestas de la burocracia del ramo, pero a fin de cuentas lo que se busca es exhibir la reticencia al cambio de esos segmentos acusados de mantener privilegios y convertir tal resistencia opositora en bandera electoral para incentivar el voto hacia la 4T mediante un electoral plan C, que de lograrse facilitaría reformas incluso para la elección popular de ministros y magistrados.
Y, mientras este domingo, de una a tres de la tarde, se realiza un programa especial de Astillero Informa en el foro Salvador Allende de la Feria Internacional del Libro del Zócalo (se transmitirá por Youtube, Facebook y Twitter: Astillero Informa), ¡hasta mañana!
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