a historia de la humanidad es de conquistas y guerras. Así fue desde los tiempos bíblicos hasta la edad moderna y así será en el futuro.
Ahora, la producción mundial se reajusta para enfrentar conflictos por todo el mundo y, en especial, el de Rusia-Ucrania e Israel contra el grupo terrorista Hamas. En este contexto e independientemente de las filias y fobias personales, la industria armamentista vive un auge sin precedente.
El caso de Israel es relevante por la coyuntura que atraviesa. Este país es el décimo exportador de armamento en el mundo. En 2022, sus exportaciones de armas crecieron 50 por ciento frente a 2021, para llegar a 12 mil 556 millones de dólares.
Entre sus activos cuenta con tecnología de punta en aeronaves, sistemas de espionaje y vigilancia, armas electrónicas y de rayos láser, el llamado Domo de Hierro, para repeler ataques y cuenta con armamento nuclear. Además, tiene 170 mil soldados en activo, reservas de 465 mil personas, de las cuales 300 mil ya están en el frente de guerra.
En contraparte, la tecnología y el armamento de Hamas son muy limitados y no cuenta con los sistemas de telecomunicaciones adecuados. Hamas tiene sólo 30 mil combatientes, sin más personas de reserva, porque la mayor parte de la población de Gaza rechaza el terrorismo.
Hamas no puede ganar la guerra, pero puede hacer mucho daño. Ataca cuando menos se espera y utiliza a la población civil como un escudo protector. Además, lucha por la globalización del conflicto, con grupos extremistas como Hezbolá (el partido político libanés) y el apoyo de Siria, que forma parte de la red anti israelí, respaldada por el poderoso Irán, quienes integran el eje de la resistencia
. Además, China reconoce la soberanía del Estado Palestino desde 1988 y junto con Rusia están en contra de la invasión israelí en la franja de Gaza.
Ante estos hechos, no se puede descartar una guerra ampliada en la región árabe, donde la población civil y, en especial, 2.1 millones de palestinos en Gaza padecerán las consecuencias.
Por lo pronto, la industria de la destrucción vive uno de sus mejores momentos, con miles de millones de dólares en ganancias. Sin duda, la industria de la muerte gana terreno frente a otros sectores.