Política
Lunes 16 de octubre de 2023Ver día siguienteEdiciones anteriores
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América Latina no avanza // Socialmente destrozada // Neoliberalismo la hundió

Carlos Fernández-Vega
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▲ Antes de que se impusiera en América Latina el modelo neoliberal, la economía de la región tenía tasas de crecimiento económico de alrededor de 6 por ciento anual, posteriormente, la caída fue franca y ese índice no pasaba de 2 por ciento.Foto Gerardo Ávila
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reviamente a la imposición del modelo neoliberal, la economía latinoamericana registraba tasas de crecimiento económico que rondaban 6 por ciento como promedio anual –el caso mexicano fue ejemplo–, pero con la llegada al poder de la tecnocracia modernizadora dicho indicador no sólo cayó a 2 por ciento (cuando las cosas caminaban bien, y normalmente no lo hacían), sino que impulsó la hiperconcentración del ingreso y la riqueza, y, en consecuencia, la depauperación del grueso de la sociedad.

Sumado a lo anterior, en alrededor de cuatro décadas se registraron crisis tras crisis, devaluaciones, endeudamiento brutal, privatización galopante de los bienes del Estado, salvamentos financieros de empresas particulares con recursos públicos, crecimiento acelerado de la pobreza y una serie de acontecimientos que terminaron por hacer zozobrar la nave latinoamericana.

A estas alturas, documenta la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal, Institucionalidad social) la región no ha superado esa etapa ni ha logrado avanzar hacia la recuperación tras los impactos sociales de la pandemia y retornar a los indicadores de 2019 anteriores a su inicio. Se ha mantenido expuesta a un inestable escenario geopolítico y económico mundial marcado por una conjunción de crisis sucesivas, en particular, por el conflicto en Ucrania. Este escenario llevó a una desaceleración del crecimiento económico y a una lenta generación de empleo, sobre todo de empleos de calidad, junto con fuertes presiones inflacionarias que han decantado en el incremento del precio de los alimentos y la energía, y caídas importantes en la inversión.

De su análisis se toman los siguientes pasajes: tras el impacto económico de la pandemia, que llevó a la región a una contracción del PIB de 6.8 por ciento en 2020, la economía presentó una expansión de 6.8 por ciento en 2021 y un crecimiento de 3.8 en 2022. Para 2023, la Cepal proyecta una tasa de crecimiento de 1.7 en América Latina y el Caribe (1.2 por ciento para América del Sur; 3 para Centroamérica y México; y 4.2 para el Caribe, sin incluir Guyana).

Lo anterior implica que el promedio de crecimiento económico para la década 2014-2023 se estima en 0.8 por ciento, convirtiéndose así en la década de menor crecimiento promedio desde 1951, bastante más bajo incluso que la tasa promedio anual de la década perdida de los años 80 del siglo pasado, que llegó a 2 por ciento y que significó que los ingresos de casi la mitad de la población regional se ubicaran por debajo de la línea de la pobreza, con una ampliación de la tasa de pobreza de casi 8 puntos porcentuales (48.4 en 1990 en comparación con 40.5 de 1980).

El crecimiento promedio del PIB en los países latinoamericanos ha estado marcado por el contexto económico mundial, pero con una heterogeneidad importante: mientras en 2021 nueve países alcanzaron tasas de crecimiento de dos dígitos (Argentina, Chile, Colombia, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Panamá, Perú y República Dominicana), otros siete no superaron 5 por ciento (Cuba, Ecuador, Haití, México, Paraguay, Uruguay y Venezuela. El Caribe se vio afectado en 2020 por la pandemia, lo que resultó en una disminución promedio de 13.2 por ciento del PIB.

Estos datos son reflejo de una crisis en cascada que se presenta en la región, la combinación de inflación y elevados niveles de deuda producto de la crisis por la pandemia, sumado a los efectos del conflicto en Ucrania, con desafíos a nivel mundial y regional. Además, el aumento sostenido de la frecuencia de desastres como consecuencia del cambio climático lo que provoca crisis sociales, económicas y medioambientales prolongadas.

En este contexto, la elevada inflación, especialmente en el componente alimentario de la canasta de consumo, afecta con mayor intensidad a los quintiles de menores ingresos, con impactos también en los estratos de ingreso medio más vulnerables. Para 2023 se espera una reducción de la inflación, aunque se mantendrá alta; se proyecta que entre marzo y diciembre las tasas aumenten 5 por ciento en América Latina y 5.6 en el Caribe, lo que repercute de manera particular en el poder adquisitivo de los hogares de menores recursos y en los precios de los insumos del sector agrícola.

En síntesis, el neoliberalismo hundió a la región.

Las rebanadas del pastel

Por si algo faltara, el Fondo Monetario Internacional prevé que la economía latinoamericana se desacelerará y crecerá casi la mitad que en 2022, lo que invita a sus naciones a visitar Catemaco y urgentemente se hagan una limpia.

Twitter: @cafevega