lo largo de su historia, Petróleos Mexicanos (Pemex) ha sorteado infinidad de tormentas –unas reales, otras inducidas–, pero contra viento y marea se mantiene como la empresa más importante del país y una de las principales del mundo. El régimen neoliberal no cejó en su empeño de exprimirla financieramente (corrupción incluida) y reducirla a migajas para privatizar al ciento por ciento la industria petrolera nacional, y estuvo cerca lograrlo.
Con el cambio de régimen no sólo se impidió su desaparición, sino que se reflotó a la empresa productiva del Estado, a pesar de la tenebrosa herencia del régimen neoliberal, que incluyó una deuda descomunal que en los corruptos gobiernos de Borolas y Peña Nieto se duplicó, amén de que impusieron una pesada carga fiscal, verdaderamente descomunal que ninguna empresa privada soportaría.
Tampoco hay que olvidar el vergonzoso despilfarro de los excedentes petroleros –que se aproximaron a un billón de pesos y se destinaron a gasto corriente, no de inversión– cometido por el ahora marihuanero Vicente Fox –quien comenzó a secar
Cantarell– y el espurio Felipe Calderón –hoy cómodamente instalado en España bajo protección de la ultraderecha de aquel país–, quienes registraron los precios más altos de la historia nacional.
Pero a los gritones de hoy –aplaudidores de ayer– todo eso se les olvida
, es decir, que dejaron a la empresa productiva del Estado en cianosis financiera, crisis productiva y corrupción galopante. Por ello, no saben más que vociferar.
El director general de Pemex compareció en San Lázaro, y ante la falta de argumentos los diputados de oposición lo tomaron a chunga y procedieron con el único mecanismo que conocen: gritar y lanzar ajos y cebollas en contra del funcionario en turno, el susodicho en esta ocasión.
Sin embargo, Romero restregó en la cara de los gritones inquilinos de San Lázaro que si quieren achacar el deterioro acumulado por Pemex, que se convirtió en política de Estado en los tiempos neoliberales, se reflejen en el espejo y apunten a los culpables: seis gobiernos previos al actual.
Por ejemplo, dado que los gritones se refirieron al pavoroso endeudamiento
de la ex paraestatal, Octavio Romero les refrescó toda la memoria: “a Pemex la endeudaron los gobiernos anteriores… (ahora) ha habido un desendeudamiento muy importante; no sólo no cargamos más créditos, sino que lo hemos desendeudado, y quienes nos critican como empresa, que dicen que es la más endeudada del mundo, se deberían estar mordiendo la lengua” ( La Jornada, Julio Gutiérrez)
Algo más: en 2007, cuando Felipe Calderón era presidente del país, la deuda de la petrolera era de 67 mil 400 millones de dólares y concluyó el sexenio en un nivel de 80 mil 900 millones. En 2013, ya con Enrique Peña Nieto al frente del Ejecutivo, los pasivos llegaron a 84 mil 800 millones y para 2018 (cierre sexenal) llegaron a 129 mil 300 millones. ello significa que en 12 años incrementaron 91.8 por ciento el saldo de la deuda de Pemex
(ídem).
Ya en 2019, detalló Romero, el gobierno disminuyó la deuda a 125 mil 700 millones de dólares; para 2020, el año de la pandemia, aumentó a 133 mil 500 millones; en 2021 disminuyó a 120 mil 400 millones; en 2022 a 111 mil 400 millones de dólares, y entre enero y septiembre de 2023 se estima que ha bajado a 106.3 mil millones. Ello significa que en lo que va del gobierno del presidente López Obrador el saldo de la deuda de la petrolera ha disminuido 22 mil 900 millones, o 17.8 por ciento desde su punto más alto de 2018
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Un elemento adicional que aportó el director de Pemex es el siguiente: Pemex prevalece como la empresa que más contribuye al pago de impuestos; hasta el segundo trimestre de 2023, sus ingresos totales sumaron 832 mil 596 millones de pesos y entregó al fisco 141 mil 383 millones. (Los corporativos privados) América Móvil y Walmart, en conjunto, tuvieron ingresos por 831 mil 258 millones de pesos, y pagaron 31 mil 503 millones de pesos de impuestos, es decir, Pemex ha pagado 4.4 veces más
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Las rebanadas del pastel
Repugna la arrogancia de la embajada de Israel en México, pero hay que dejar en claro que ese estilo
forma parte de la prepotencia con la que actúa el gobierno que representa. Sus comentarios no sólo violan los principios elementales de la diplomacia, sino que descaradamente se inmiscuyen en asuntos y decisiones que sólo competen al Estado mexicano. Por ello, pedir prudencia es demasiado para alguien que de eso no tiene la menor idea ni le importa.
Twitter: @cafevega