n diversas partes del mundo hay una lucha entre empleadores y empleados por la reducción de la jornada laboral. En Estados Unidos, por ejemplo, los sindicatos plantean disminuir la jornada laboral de cinco a cuatro días a la semana. En el caso de México, se estudia bajar de seis a cinco días a la semana.
Algunos empresarios, como Carlos Slim, lo ven como algo positivo, con el objetivo de crear más empleos formales cuando descansan los trabajadores en activo y, con ello, bajar la tasa de desocupación en el país.
A lo largo de la historia del capitalismo las jornadas de trabajo se han reducido y regulado, no por una concesión de los gobiernos y de los empresarios, sino por una lucha de los trabajadores para que se respeten sus necesidades y derechos. La idea es trabajar para vivir y no vivir para trabajar.
En la acumulación originaria del capital, reseñada por Carlos Marx en El Capital, nos presenta una situación extrema en los inicios del capitalismo en Inglaterra, donde las camas siempre permanecían calientes
. Con jornadas de más de 12 horas, en fábricas abiertas 24 horas al día, los obreros exhaustos (hombres, mujeres y niños) dormían en las camas que acababan de desocupar otros trabajadores.
Con el avance de la tecnología y con la presión de los obreros se crearon leyes para contar con un día libre a la semana, luego para reducir las jornadas a 10 horas, más adelante, para bajarlas a ocho horas, durante seis días a la semana, como marca la ley laboral en nuestro país.
Ahora con la robótica los sistemas de producción son más eficientes y el trabajo que antes realizaba una persona en un día completo, ahora se lleva a cabo en unos minutos, es decir, la producción aumenta y el esfuerzo humano para realizar esa producción disminuye.
Este proceso permite que las horas de trabajo se reduzcan si empresas y gobierno cuentan con la tecnología adecuada y con la voluntad política para hacerlo.
Otra ventaja para el mercado es que crecen las clases medias y en su tiempo de ocio consumen más bienes y servicios, lo que estimula la producción.
Sin duda, la jornada laboral se reducirá en beneficio de los trabajadores.