arde que temprano sucedería, porque es tal la prepotencia e impunidad con la que actúa el gobierno de Israel, siempre amparado en la complicidad y poderío estadunidense, que supuso que la sistemática cuan repugnante violación de los derechos humanos y territoriales de Palestina se mantendría sin mayores consecuencias, sin respuesta alguna. Los acontecimientos del pasado sábado son la respuesta a esa prepotencia, al sistemático cuan impune ataque al pueblo palestino, ante la siempre sorda
y muda
comunidad internacional, que suele voltear a otra parte cuando aquel es el agredido y que a lo largo de los años (tantos como 75) cómodamente y sin sonrojarse se ha limitado a condenar
el belicismo y expansionismo israelí, mientras la Organización de Naciones Unidas (Asamblea General y Consejo de Seguridad) acumula cualquier cantidad de resoluciones
, igual de abundantes que de incumplidas, para que nada cambie, salvo permitir el cada día mayor robo del territorio de Palestina y el nivel de agresión y crueldad en contra de su población civil.
Sin duda, toda guerra es condenable, especialmente porque la primera víctima es la población civil , la cual es utilizada como carne de cañón, pero nadie puede sorprenderse
por tales acontecimientos, porque Israel y sus aliados sembraron la semilla del odio y hoy cosechan abundantemente. Desde su fundación, en 1948, Israel exige sus derechos, pero sistemáticamente, y con afán genocida, los niega a los palestinos, cuando originalmente el territorio en cuestión pertenecía a Palestina.
La propia ONU (el gran florero internacional) reconoce que “Palestina fue uno de los antiguos territorios otomanos que la Sociedad de las Naciones puso bajo administración británica en 1922. Con el tiempo, todos esos territorios se convirtieron en estados independientes, excepto Palestina, en cuyo caso, además de la prestación de asistencia administrativa y asesoramiento, el Mandato Británico incorporó en 1917 la Declaración de Balfour, en la que expresaba apoyo al establecimiento en Palestina de un hogar nacional para el pueblo judío
. Durante el mandato, de 1922 a 1947, tuvo lugar la primera ola de migración judía a gran escala a este territorio, proveniente principalmente de Europa oriental: el número de judíos que inmigraron aumentó enormemente en la década de 1930 debido a la persecución nazi. Las reivindicaciones árabes a favor de la independencia y la resistencia a la migración judía desembocaron en una rebelión en 1937, tras la cual ambas partes recurrieron, una y otra vez, al terrorismo
y la violencia. Reino Unido consideró varias opciones para facilitar la independencia a esa tierra devastada por la violencia, y en 1947 acudió a Naciones Unidas para que resolvieran el problema de Palestina.
¿Resuelto
? Han transcurrido 75 años y muy lejos se está de solucionar
un conflicto que crece día a día. ¿Por qué los británicos no destinaron territorio propio para el establecimiento del Estado de Israel? Ya que estaban muy entusiasmados con su creación, bien pudieron ceder Gales (con una extensión similar a la que hoy ocupa Israel) para tal fin. Pero no: aventaron la papa caliente y se lavaron las manos. Y hoy el gobierno israelí lleva a cabo la persecución contra los palestinos –encerrados, robados, agredidos, asesinados– ante la silenciosa complicidad de la siempre cómoda comunidad de naciones. El ataque de Hamas agarró papando moscas al que presumen la mejor
agencia de inteligencia del mundo, el Mosad, que ahora exhibe su fracaso, mientras el gobierno israelí declara la guerra y jura inmensa venganza
, y en los primeros escarceos atacó Líbano, en tanto su protector, Estados Unidos, mueve su fuerza militar a la zona del conflicto.
Entonces, ¿resuelto el problema
? (ONU dixit). En realidad, Israel lo retroalimenta cotidianamente.
Las rebanadas del pastel
Circulan versiones: “irónicamente, ahora se dispara a soldados israelíes con sus propias armas y con las que en su día se transfirieron a Ucrania desde la OTAN … Fueron revendidas por soldados y funcionarios castrenses ucranios a diversos terroristas
del mundo en cantidades bastante grandes y totalmente incontroladas, sostiene el jefe de la República Popular de Donietsk, Yan Gaguín”. El propio ministro de defensa de Rusia, Serguéi Shoigú, ha denunciado que algunas de las armas suministradas por Occidente a Ucrania ya se estaban extendiendo por todo Oriente Medio
(agencia Sputnik). Y algo similar se comenta en el Congreso estadunidense.
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