Opinión
Lunes 9 de octubre de 2023Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Las cuentas
León Bendesky
L

os números importan. Las cuentas, sean públicas o privadas, tienen que cerrar de algún modo. Números y cuentas expresan en ambos casos una serie de posibilidades, opciones, resultados y decisiones que se extienden en el tiempo. No son iguales las decisiones públicas que las privadas. Los recursos del gobierno provienen de los ciudadanos. Esos recursos están sujetos a criterios distintos de utilidad y rentabilidad, pero no pueden disociarse de los límites impuestos eventualmente por la deuda. Las cuentas presupuestales son un sustento de la naturaleza política del dinero, que se expresa en las políticas monetaria y fiscal. El dinero es la moneda de la política.

El año entrante se propone aumentar los requerimientos financieros del sector público, un indicador referido al déficit fiscal y de la deuda pública. El déficit presupuestario se incrementaría de 3.3 por ciento a 4.9 por ciento. Esto llevaría el endeudamiento a un nivel de 48.7 por ciento del PIB respecto a 46.3 estimado para 2023. Este último no es un nivel particularmente riesgoso conforme a los criterios internacionales y de algún modo es el que tienden a privilegiar los analistas de riesgo de las finanzas públicas. Es un indicador de acervo, pero lo que provoca el mayor nivel de deuda es un aumento en los requerimientos de flujo para cubrir los intereses que se generan y, así, se compromete el destino de los recursos disponibles.

Los ingresos presupuestarios de 2023 se estiman en 21.7 por ciento del PIB y el proyecto de 2024 los sitúa en 21.3 por ciento. Los ingresos provenientes de los impuestos serían de 13.9 y 14.4 por ciento del PIB en los años respectivos. La recaudación de impuestos no llega a los niveles que se han fijado usualmente como referencia para reducir las presiones sobre los ingresos públicos. Este sigue siendo un factor relevante de la política fiscal. La informalidad fiscal que abarca más de la mitad de la actividad económica del país es un elemento clave en los bajos niveles de recaudación.

La situación de Pemex en cuanto a las condiciones de producción y financieras de la empresa representan un asunto puntual del presupuesto. El gasto neto total planteado para 2024 equivale a 26.2 por ciento del PIB, por encima de 25 por ciento estimado para este año. Buena parte de estos recursos se asigna a transferencias a los hogares y al pago de intereses sobre la deuda. Habrá, según el proyecto de presupuesto, recursos para reforzar el capital de Pemex y para reducir los impuestos que paga por utilidades. El caso es que la industria petrolera aporta menos recursos a la capacidad financiera del gobierno. El respaldo a Pemex es de carácter soberano, lo que se expresa en que es el gobierno el garante último de esa deuda.

El nivel de los ingresos públicos del país es muy bajo respecto al de los miembros de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE). Representan poco menos de 21 por ciento del PIB, mientras el promedio del grupo es 40.8 por ciento. En el caso del gasto público la cifra es 21.5 por ciento y el promedio de 40.3 por ciento. Es muy complicada la condición de las finanzas públicas para satisfacer las necesidades del gasto social en el país, como ocurre de modo patente con la educación y la salud. En este ámbito se advierte el sentido del dinero como moneda de la política y aplicado al asunto del bienestar social.

La afirmación de que el incremento del déficit en 2024 será de una sola vez, debería ser considerado de manera más profunda para evaluar su impacto en las finanzas públicas y el efecto que tendrán en el próximo gobierno. Si el presupuesto asignado a las obras de infraestructura no resulta suficiente o se alarga el tiempo para que se completen y funcionen de modo pleno, el costo de administrarlas será más alto frente a los ingresos que generen, lo que ocurriría de todos modos en proyectos de esa índole y escala. La rentabilidad económica y financiera puede calcularse, pero no asegurarse; lo mismo pasa con la rentabilidad social.

Una pieza clave del presupuesto presentado para 2024 tiene que ver con la dinámica del gasto de inversión física y su impacto en el crecimiento del producto. En este caso el gobierno ha tenido un papel relevante, que jala además el gasto del sector privado, A eso se suma la expectativa positiva que desata el proceso de asentamiento en el país de empresas extranjeras en el marco del T-MEC y de la política de reindustrialización en Estados Unidos.

Mientras tal dinámica de la inversión podría hacerse más lenta, según lo previsto en el presupuesto, habrá una carga significativa del costo financiero de la mayor deuda prevista y acentuada por las altas tasas de interés que prevalecen en el mercado. Asimismo, los recursos asignados a los programas sociales y que quedan establecidos tienen un impacto sobre la estructura fiscal que debe acomodarse.