Este domingo Iván voló de la Ciudad de México a Matamoros, Tamaulipas . El jueves 12 tiene su cita con las autoridades migratorias estadunidenses, la cual obtuvo hace 15 días por medio de la aplicación CBP One. El cubano de 25 años lleva mes y medio recorriendo rutas peligrosas por tierra en su afán por tener una mejor vida.

Sin embargo, llegar a esta fase no fue fácil. El joven graduado como ingeniero informático tuvo que pagar cuotas en los retenes hallados por su camino, especialmente en Guatemala y en territorio mexicano, donde cuenta que cada que detenían al autobús o combi que los transportaba debían pagar entre 300 y 400 pesos por persona, aunque lo más difícil fue de Tapachula a Arriaga, donde te cobran por todo.

Desde su salida de Cuba, fue en Guatemala donde sintió más miedo porque la policía detenía a diferentes autos, aunque en el que él iba no, “pero a muchos los extorsionaban y daba miedo que te regresaran porque eso representa tener que pagar más y pues buscar de nuevo transporte y otras cuotas.

Cuando llegamos a Tapachula sentimos alegría y alivio al ver las tiendas donde puedes comprar sin restricciones todo lo que hay, eso nunca habíamos visto en Cuba, y uno se siente alegre al ver toda la comida porque no hay nada de eso en mi país.

Admitió que también impresiona la cantidad de migrantes que vio en esa ciudad de Chiapas porque son filas enormes en la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados, había que estar formado, pero con cuidado por miedo a lo que pudiera pasar, había que estar alertas.

Desde hace 10 años se fijó la idea de cruzar a Estados Unidos porque en su país todo es muy costoso y aunque estudió una carrera, aseguró que su sueldo de un mes no alcanza para dos días. Me gradué y soy ingeniero informático, trabajaba, pero el sueldo de un mes me daba sólo para dos días. La comida es muy cara. Con el sueldo de un mes podía comprar un par de zapatos y ya.

Entrevistado por La Jornada, Iván contó que en su país la situación es crítica; no hay alimentos, ni electricidad. Todo es crítico por las mentiras del gobierno que dice que va a hacer una cosa y al final no lo hace. Los mismos ancianos han cambiado de opinión y ya no hay libertad de expresión, antes había un poquito más de libertad, pero ahora no hay nada.

En su estancia en la Ciudad de México mientras esperaba su vuelo a Matamoros en una casa para refugiados, el joven comentó que en su país se sobrevive del invento y del negocio, y aunque ya extraña mucho a su familia, dice que una vez en Estados Unidos y cerca de su papá les podrá enviar ayuda.