Política
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No pedimos nada, sólo que nos dejen circular rápido
Carolina Gómez Mena
 
Periódico La Jornada
Domingo 8 de octubre de 2023, p. 9

Cruzar cinco países en poco más de un mes, con largos tramos a pie, entre ellos la selva del Darién, y otros tantos en transporte terrestre, está muy rudo, narran a La Jornada María Teresa, Yolivia y Max, tres originarios de Venezuela, quienes dicen que se vieron obligados a dejar su país por la difícil situación económica. Su meta es llegar a Estados Unidos y trabajar de lo que haya para poder llevar a sus familias.

Maximiliano cumple hoy seis días en la Casa del Migrante Arcángel Rafael. “Salí porque la plata que ganas no alcanza; a lo más son 20 dólares a la semana, yo trabajaba en refrigeración y aire acondicionado. Tengo un hijo pequeño, y a veces no tengo qué darle. A mi esposa y a mi hijo los dejé, quería traerlos, pero me vine por Panamá, por el Darién, y es muy fuerte. Mi esposa me dijo que mejor no lo arriesgara.

En la selva es muy rudo, pero nosotros (éramos seis), veníamos preparados mentalmente para la travesía. Duramos dos días y medio para pasar de Colombia a Panamá, porque en Bajo Chiquito tardamos; estaba colapsado el paso. En Panamá montamos un bus. En cada país fue de frontera a frontera, pero acá no es así. La combi nos rodaba un kilómetro por 50 pesos, nos bajaban al primer retén y caminábamos 5 o 6 kilómetros y a agarrar otra combi. Luego una moto de tres ruedas y un taxi que nos rodaba 20 kilómetros a 400 pesos por persona.

Cuenta que en México cuesta avanzar y que en ocasiones, cuando son captados por personal de Migración los regresan a Tapachula. No es justo, no pedimos nada, sólo que nos dejen circular rápido. Pero hay retén tras retén y te piden plata, y si no cargas con más, debes quedarte trabajando en lo que sea para juntar más.

María Teresa y Yolivia se conocieron en el albergue. Ambas salieron de Venezuela por la misma razón que Max, quien obtuvo una cita por la app CBP One para una entrevista en el consulado estadunidense en Matamoros. Soy licenciada en educación, trabajaba para el Ministerio de Educación, pero mi salario era de 5 dólares a la quincena. Tenía que tener dos, tres o cuatro trabajos para poder sobrevivir. Yolivia migró con su esposo, que es licenciado en administración de empresas y cocinero.

Ambas también cruzaron el Dairén, y fue muy fuerte, porque hay asaltos e incluso agresiones, más aún al ser mujeres. Guatemala también se les complicó: Nos quitan mucho dinero. Yo vendí muchas cosas para financiar el viaje, juntamos 2 mil 500 dólares, y ya no tenemos nada, relata Yolivia, quien pretende llevar a Estados Unidos a su hijo de 19 años, una vez que se instale allá, pues ya tiene cita en el consulado estadunidense de Nogales. Espera aprobar el interrogatorio.

María Teresa es auxiliar de farmacia y también tiene cita para entrevista el 13 de septiembre. Confía en que se le permitirá ingresar a Estados Unidos, y su intención es llevarse a sus dos hijos que están en Venezuela. Ya se gastó los mil dólares que trajo, pero trabaja de lo que se pueda. “Las mujeres venezolanas somos toderas, trabajamos de todo un poco, y si no sabemos, aprendemos”.