Opinión
Jueves 5 de octubre de 2023Ver día siguienteEdiciones anteriores
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La oscura historia de la OEA
John Saxe-Fernández
E

l Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), ente militar establecido por Estados Unidos en 1947, fue seguido por la creación de la Organización de los Estados Americanos (OEA) en 1948, fecha marcada por el asesinato del líder del Partido Liberal de Colombia, Jorge Eliécer Gaitán.

“La OEA tuvo su génesis en esa Colombia, en medio de asesinatos y desapariciones a manos del Estado, en el llamado Bogotazo”. Así dijo Silvina Romano en la introducción del libro La OEA en tiempos de Almagro (Coords. Silvina M. Romano et al. Clacso/Celag, 2023)

El libro fue presentado en el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades, CEIICH, UNAM ,en el marco del programa de investigación El Mundo en el Siglo XXI, coordinado por José Gandarilla el pasado 2 de octubre.

Los participantes en el conversatorio, entre ellos el ampliamente conocido analista de la geopolítica latinoamericana Atilio Borón, coincidieron en señalar que la OEA se inscribe en la retórica imperialista de la caduca Doctrina Monroe, que con sus casi 200 años a cuestas parece estar más viva que nunca (otra expresión de la decadencia estadunidense).

El ex presidente colombiano Ernesto Samper en el prólogo del libro lamenta que la OEA haya caído “en las lógicas de la Guerra Fría” y que lejos de suponer un espacio neutral entre iguales en medio del conflicto Este-Oeste, la OEA se colocó al servicio de los intereses geopolíticos de Washington (Pag. 9).

El récord histórico muestra que la OEA se ganó la fama de Ministerio de colonias de EU en América Latina y el Caribe y ha tenido un papel lamentable en la expulsión de Cuba (1962) y la retahíla de golpes de Estado en la región: Guatemala, 1954; Brasil ,1964, y Chile, 1973, entre otros.

Después de firmada en 2001 la célebre Carta Democrática Interamericana, la OEA avala el golpe de Estado contra el gobierno de Hugo Chávez (2002), (al no condenar el golpe); el golpe de Estado en Honduras a Zelaya (2009), y el golpe parlamentario contra Lugo en Paraguay (2012).

“La OEA toleró e incluso apoyó a las peores dictaduras militares que convirtieron la doctrina de ‘contención al comunismo’ en el derrotero de la denominada doctrina de seguridad nacional. Esta complicidad institucional supuso el asesinato, tortura y desaparición de miles de inocentes cuyas vidas fueron sacrificadas en nombre de la guerra contra la subversión”, recordó Samper.

Con la llegada de Almagro a la OEA, se adoptó la estrategia conservadora del cerco diplomático para aislar a Venezuela de todos los espacios de discusión regional –misma estrategia seguida contra Cuba–, participando en una frustrada invasión humanitaria contra Venezuela, con fines desestabilizadores junto con el avalado por Trump como presidente títere Juan Guaidó.

Las sanciones descapitalizaron a Venezuela impidiéndole comercializar su petróleo y se impusieron sanciones sobre terceros que invirtieran, comerciaran u ofrecieran apoyo logístico a Venezuela... Un verdadero cerco medieval para doblegar al gobierno con la imposición de medidas unilaterales, ilegales e inmorales, cuyo mayor costo lo sigue pagando el pueblo venezolano con el deterioro de sus condiciones de vida y supervivencia física.

Samper también nos recuerda la política no sólo ilegal, sino cruel e inhumana que Estados Unidos –con la aquiescencia de la OEA, su obsecuente secretario Almagro y el apoyo de los gobiernos conservadores– mantuvo pese a la aparición del covid-19 en 2020, una de las peores pandemias que ha sufrido el mundo.

Contra toda lógica humanitaria mantuvo las sanciones que agudizaron la crisis humanitaria. (como se hizo también contra Cuba, lo que en medio de una pandemia es un crimen de lesa humanidad).

Frente a la coyuntura regional e internacional que estamos viviendo marcada por los efectos de mantener la guerra en Ucrania a toda costa, los estragos del calentamiento global y el invierno que se acerca, hay una pérdida de neutralidad y capacidad arbitral para resolver los conflictos, como lo vimos en la 78 Asamblea de la ONU, pérdida que en el caso de la OEA adquiere tintes golpistas, pues colocar todo el sistema interamericano virtualmente contra dos países es un abuso de poder.

En este libro, cuya consulta recomiendo, las autoras y autores que conforman el volumen van fundamentando la actuación del secretario Almagro frente al golpe de Estado en Bolivia contra Evo Morales, su falta de actuación frente a una situación de violencia como la que vive Haití o su pasiva indiferencia ante el uso excesivo de la fuerza y la brutal represión que sufrieron los manifestantes durante las movilizaciones en Chile, Ecuador y Colombia (2019-2021) y contra los ciudadanos y ciudadanas que protestaban por la destitución del presidente Pedro Castillo, la cual dejó miles de víctimas fatales en Perú.

Es hora de decir adiós a este tipo de instituciones.

A Ángel Guerra, entrañable amigo y colega, in memoriam.