a corrupción en la política estadunidense es una rémora que ha penetrado en las tres ramas del gobierno: ejecutiva, judicial y legislativa y desde luego, no es la mejor carta de presentación para una nación que ha criticado duramente a otras por el mismo motivo. Un nuevo escándalo de corrupción en los altos estratos se suma a otros tantos.
A los casos del magistrado Clarence Thomas, Donald Trump y una larga lista de funcionarios públicos y privados, se agrega el del senador de origen cubano Robert Menéndez, quien hasta hace una semana presidía la estratégica Comisión de Relaciones Exteriores. La trascendencia de lo que pudiera ocurrir de encontrarlo culpable de los cargos que se le acusa pudiera ser un fuerte golpe contra el Partido Demócrata en su pretensión de conservar la presidencia y la mayoría en el Senado en 2024.
La vida dispendiosa y llena de lujos del legislador llamó la atención del Departamento de Justicia que comenzó una investigación sobre sus finanzas y vida personal hace más de dos años. La indagación reveló que, aprovechando su puesto, había recibido una serie prebendas del gobierno egipcio a cambio de influir en favor de algunas compañías de ese país y, lo que sería más grave, por revelar información confidencial de aspectos de las fuerzas armadas de EU. Él ha negado los cargos. Renunció de manera temporal a la comisión que preside, pero se ha negado a dejar su puesto de senador, a pesar de que varios de sus compañeros, conscientes de la gravedad de las acusaciones y el daño que se pudiera ocasionar al partido, le han sugerido que debería de hacerlo en tanto se ventilan los cargos.
En el pasado Menéndez fue acusado por supuestamente haber recibido soborno de un médico en Florida. No hubo unanimidad en la decisión del jurado, por lo que el juicio fue desechado y absuelto. Las acusaciones esta vez parecen tener un peso mayor. En un cateo a su domicilio se encontraron barras de oro puro, cientos de miles de dólares, mobiliario obsequiado por varias compañías egipcias y documentación comprometedora sobre sus relaciones con ellas. En momentos en los que la popularidad del presidente Biden continúa en picada, suenan las alarmas entre los demócratas por el efecto que el juicio a Menéndez pudiera tener en la imagen del partido y sus aspiraciones de retener el Senado, la posibilidad de ganar el Congreso e incluso la presidencia en las elecciones de 2024.