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Keith Jarrett y la mitad muda de la música
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▲ En 1994, Keith Jarrett escuchó la versión original para clavecín de las Sonatas Württemberg de Carl Philipp Emmanuel Bach; de inmediato pensó que podrían sonar más desde el alma si las interpretaba él al piano, en lugar del viejo clavecín. El resultado es el álbum cuya portada se muestra aquí.
Pablo Espinosa
 
Periódico La Jornada
Sábado 30 de septiembre de 2023, p. a12

Carl Philipp Emmanuel Bach escribió en 1753 que el objetivo principal de la música es llegar al corazón de los oyentes y mover sus afectos, y para conseguirlo es imprescindible interpretar desde el alma.

Tocar con el alma para tocar el alma.

Keith Jarrett escuchó en 1994 la versión original para clavecín de las Sonatas Württemberg de Carl Philipp Emmanuel Bach, y pensó de inmediato que podrían sonar más desde el alma si las interpretaba él al piano, en lugar del viejo clavecín.

El resultado es un álbum doble que nunca salió a la luz, sino hasta ahora, en lo que es el nuevo disco de un pianista en el retiro, pues sufrió dos embolias hace cinco años y desde entonces se encuentra recluido en su casa, pero atento al archivo gigantesco que acumuló durante una vida de conciertos, su vida entera.

Hace unos meses apenas volvimos a ver a Keith Jarrett, luego de larga ausencia absoluta. El especialista Rick Beato obtuvo el consentimiento de entrar al legendario Cavelight Studio, instalado desde hace décadas en la casa de Keith, una granja que data del siglo XVIII (misma edad que las Sonatas de Carl Philipp Emmanuel Bach), donde fueron grabadas joyas como el bellísimo disco The Melody at Night With You.

Es impresionante volver a ver a Keith Jarrett, con sus titánicas ganas de vivir, sentado al piano tocando con la mano derecha, mientras la izquierda reposa inmóvil en un cabestrillo, pues perdió movilidad del lado izquierdo de su cuerpo, pero no perdió el habla y concede entonces una entrevista que resulta enternecedora, estremecedora.

Hace un recorrido por toda su vida, recuerda la primera lección de su infancia: tenía nueve años cuando le dijo a su mamá, Irma, que no podía con una sonata a pesar de que llevaba ya seis años estudiando piano, y ella lo instruyó así:

–¿Puedes tocar la primera nota?

–Sí.

–¿Puedes tocar la segunda nota?

–Sí.

–Entonces puedes tocar la obra entera.

Y se pone Keith Jarrett, a sus 78 años, a tocar con la mano derecha pasajes de Bach y el entrevistador le pregunta, en clara alusión a los conciertos históricos para la mano izquierda (el más famoso es el que escribió Ravel por encargo de Paul Wittgenstein, hermano del filósofo Ludwig Wittgenstein, cuando perdió el brazo derecho en la guerra):

–¿No has pensado, Keith, en grabar un disco para la mano derecha?

–Para lanzarme al precipicio necesito dos brazos y dos piernas –respondió Keith en alusión a la metáfora obvia de cada vez que Keith Jarrett se sentó al piano a lo largo de su vida para emprender sesiones de improvisación pianística furibundas, bestiales, orgiásticas, donde él, Keith Jarrett, gemía, gritaba, guturaba cada nota, se retorcía sobre el teclado, tocaba de pie, doblaba todo el cuerpo hacia atrás. Tocaba con toda el alma.

–Tocaste con Miles Davis, Keith...

–Sí –lo interrumpe entusiasmado el pianista–. Estaba yo tocando en un pequeño bar donde apenas cabían unas 10 personas, en un sótano de París, cuando llegó Miles con los músicos de su banda a escucharme, y en un momento dado, se me acercó y me preguntó al oído (imita Keith la voz cavernosa, de orco, de Miles):

–¿Cómo le haces?

–¿Cómo hago qué?

–Eso, tocar de la nada.

–Simplemente lo hago.

Y así continúa alegremente Keith Jarrett durante más de una hora contando las historias que nos ha contado muchas veces en distintos momentos de su vida, pero en este la ocasión es muy especial, porque el entrevistador regresó a una segunda sesión y le mostró un video en su teléfono celular donde Keith Jarrett ejecuta un largo solo, espectacular, de más de 12 minutos con el tema Solar de Miles Davis.

En el video mostrado en el celular de Rick Beato, Keith Jarrett se convulsiona, marea, malabarea, hace magia en el teclado. En el video de la entrevista, Keith Jarrett se emociona hasta las lágrimas, cierra los ojos, asienta con la cabeza, vuelve a tocar el piano, en su mente, en paralelo a ese Keith Jarrett de su juventud. Toca con el alma. Toca su alma.

Regresa a la realidad en cuanto termina el video. Voltea a ver a su interlocutor y simplemente exclama, mientras mira su mano izquierda inerte: Al verme en ese video, pensé que tenía más manos, pero sólo tenía una más.

En 1753, el quinto hijo de Johann Sebastian Bach, Carl Philipp Emmanuel, conocido desde entonces por sus siglas: CPE, publicó su Versuch über die wahre Art das Clavier zu Spielen (Ensayo sobre el verdadero arte de tocar los instrumentos de tecla), donde explica cómo tocar con el alma:

Para llegar al corazón de los oyentes y mover sus afectos es imprescindible interpretar desde el alma, y este fin se consigue a través de la simplicidad y la naturalidad, así como definiendo el carácter de cada elemento melódico.

Para alcanzar la máxima expresividad, Carl Philipp Emmanuel usó el recitado instrumental. Imitando el recitativo acompagnato proveniente de la ópera, desarrolló una escritura prosódica a través de la cual pretendía establecer una comunicación directa con el oyente.

Y ese es exactamente el camino que transitó Keith Jarrett en todos sus discos y por eso tomó la decisión de interpretar las Sonatas Württemberg de CPE.

Es momento de recordar que Keith Jarrett tiene como su guía, gurú, mentor, a Johann Sebastian Bach, de quien para cuando decidió grabar las sonatas de su quinto hijo, ya había grabado los Libros 1 y 2 del Wohltemperierte Klavier (El clave bien temperado), esos 24 preludios y fugas que ilustran el universo y su armonía, de la que tenemos en nuestro cuerpo un reflejo: 24 vértebras, que regulan la armonía que necesitamos para vivir.

También había grabado ya Keith Jarrett para entonces, en clavecín, las Variaciones Goldberg de Johann Sebastian, y las Suites francesas, también los 24 preludios y fugas de Shostakovich y obras para teclado solo y con orquesta, de Haendel y de Mozart.

Las Sonatas Württemberg deben su nombre a su destinatario: Carl Eugen, duque de Württemberg, quien fue su alumno en Berlín, en la Corte de Federico El Grande.

Si nos preguntamos: ¿qué sigue después de la perfección lograda por Johann Sebastian Bach? La respuesta es: Carl Philipp Emmanuel, y las preguntas sucesivas tienen las siguientes respuestas: Haydn, Beethoven, Mozart.

Porque CPE es el gran puente entre el barroco y el clasicismo. A él debemos, entre otras muchas joyas, la forma sonata, la claridad, el énfasis, la vehemencia. La música más cristalina y en estado puro.

CPE es el máximo representante de ese gran movimiento estético denominado Empfindsamer Stil, o Empfindsamkeit, que se desarrolló en el norte de Alemania a mediados del siglo XVIII y significa la introducción de lleno de las emociones en la música, la elaboración primordial de la forma sonata y los primeros elementos del romanticismo.

El movimiento estético denominado Empfidsamkeit, o Estilo Sentimental, se desarrolló en paralelo al célebre Sturm und Drang (Tormenta e Ímpetu), este segundo más ideológico aún, y permitió expandir el estallido de los sentimientos, ideas, emociones, a niveles que llevaron a sus últimas consecuencias los seguidores de CPE, principalmente Haydn, Beethoven y Mozart.

Al escuchar las Württembergische Sonaten, experimentamos alegría, orden en la mente, apacibilidad, gracia, encanto, belleza. La música de Carl Philipp Emmanuel Bach es una música-sonrisa, música-sol, música-plantita en plena floración.

La fluidez mercurial de la interpretación de Keith Jarrett a esta música de belleza tan serena nos proporciona un estado del alma en paz; los súbitos cambios de ritmo, ímpetu, velocidad, la sucesión de asombros, la calidez líquida de sus evoluciones en el aire nos permiten la sensación de flotar.

Los movimientos lentos de estas sonatas son gemas, los allegri, géiseres, pompas de jabón, cosquillitas en las manos, y las culminaciones son soles tibiecitos en la espalda, besos de hada, sonrisas flotando al viento.

Uno escucha a Keith Jarrett interpretando las Sonatas de Carl Philipp Emmanuel Bach y observa cobrar vida a los versos de Tomas Tranströmer:

La mitad muda de la música está
aquí, como el olor
a resina anda en torno a ramas
heridas por el rayo.

La mitad muda de la música está en las Sonatas de Bach y la otra mitad está en nuestra alma, tocada por Keith Jarrett con la mano que no ha enmudecido y está ahí, herido por el rayo con su olor a resina, tocando con el alma nuestra alma.

En X: @PabloEspinosaB

disquerolajornada@gmail.com