Opinión
Martes 26 de septiembre de 2023Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Los nuevos paradigmas científicos y sus aplicaciones
Víctor M. Toledo
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ocos, aunque cada día más, se han percatado de la existencia de una ciencia crítica que se ha dedicado a formular nuevos principios, conceptos y paradigmas que aparecen como antivalores frente a la modernidad industrial, capitalista, tecnocrática y patriarcal. Esto viene sucediendo desde hace unas tres o cuatro décadas y son la consecuencia y se inspiran de las posiciones radicales y frontales sostenidas por los grandes pensadores del siglo XX (Erich Fromm, Arthur Koestler, Ivan Illich, Paulo Freire, etcétera). Si el pensamiento antecede a la acción, estamos viviendo la fase en la cual un conjunto de paradigmas antisistema, largamente expuestos, debatidos y consensuados en la academia, comienzan a llevarse a la práctica. Ello nos hace recuperar la esperanza sobre el papel transformador del conocimiento objetivo y racional, que fue lo que permitió la evolución de la especie humana. ¿Podríamos afirmar que el conocimiento, que el uso de la razón, en su versión científica, se está volviendo subversiva ante su crítica a la crisis del sistema?

Un compendio detallado de nuevos paradigmas es Pluriverso: un diccionario del posdesarrollo (2019), ya traducido al inglés y al alemán, y que incluye 113 capítulos cada uno escrito por uno o dos autores y dedicados a un concepto o tema. La obra define pluriverso como un mundo donde caben muchos mundos. Ahora nos circunscribimos a una decena de paradigmas novedosos, que están calando ya la realidad y que consecuentemente ofrecen criterios para diseñar una modernidad nueva o alternativa. El primer paradigma es, sin duda, el que surge de la gran variedad de teorías feministas, todas invocando la supresión y remplazo del orden patriarcal por un sistema basado en la igualdad de derechos y la justicia de género. Un segundo paradigma es el de la sustentabilidad o desarrollo sustentable, que embelesó por igual a gobiernos, instituciones internacionales (ONU), academias y aun a un cierto ambientalismo, pero que con el paso del tiempo ha revelado su verdadera esencia. Lanzado en 1987 mediante el Informe Brutland, su rápida e impresionante difusión estuvo dirigida a contrarrestar los impactos del libro Los límites del crecimiento (1972) que puso de cabeza el crecimiento económico infinito, pilar de la reproducción del capital. Relacionado con lo anterior está el concepto de decrecimiento, cuyo autor generador fue el francés Serge Latouche y que ha dado lugar a un movimiento cultural y político en Europa, especialmente en Francia, España e Italia. Un cuarto paradigma es el de la democracia directa y participativa, que cuestiona a fondo la llamada democracia electoral, formal o representativa, a la cual califica de gran farsa. Puesta en práctica en numerosos sitios (especialmente en el Kurdistán), deja fuera los partidos políticos y sugiere otra manera de gobernar y de concebir el poder. La agroecología es ya un poderoso paradigma que crece entre los 600 millones de pequeños productores rurales, especialmente de Latinoamérica, India y Europa y que ha sido adoptada por Vía Campesina (200 millones de afiliados) y la FAO. Inseparable del anterior es el de la economía social y solidaria que impulsa una cadena desde la producción hasta el consumo basado en las cooperativas, los circuitos cortos, la equidad. Todo en franca contradicción con la economía capitalista dominante. Otro nuevo paradigma es el de las ecotecnologías, dedicadas al diseño de aparatos, instrumentos y máquinas impulsadas por energías alternativas, captadoras de agua y que no contaminan para hogares, fábricas, comunidades, barrios. Dos paradigmas fundamentales son el del diálogo de saberes y el del buen vivir. Ambos surgen del reconocimiento y revalorización de los pueblos indígenas del mundo. La ciencia, pero también la filosofía y la teología, están obligados a dialogar con los saberes populares y especialmente con las sabidurías indígenas. El concepto del buen vivir que se hizo visible en las constituciones de Bolivia y Ecuador, y que, al parecer, se encuentra en cada cultura originaria, comienza a sustituir las ideas dominantes de progreso y desarrollo. Finalmente, el concepto de transdisciplina que induce colectivos donde múltiples actores trabajan para un bien común, gana cada vez más adeptos en todo el mundo.

Feminismos, sustentabilidad, democracia directa y participativa, decrecimiento, agroecología, economía social y solidaria, transdisciplina , ecotecnologías, diálogo de saberes, buen vivir y transdisciplina, son 10 paradigmas que están ya presentes en los proyectos y programas que cuestionan y se resisten (en diferentes escalas) a reproducir los principios de la civilización actual. Son las semillas de una nueva era.