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Falta por restaurar 40% de piezas dañadas en sismos de 2017: funcionaria del INAH

María del Carmen Castro Barrera, coordinadora de conservación, dijo que al final se recuperarán al menos 5 mil bienes, entre ellos esculturas, pinturas y retablos

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▲ Aquí, restauración detallada de la pintura Los desposorios de la Virgen, de la capilla de Santa María de la Asunción, en Ocuilan de Arteaga, estado de México.Foto Mauricio Marat / INAH
Fabiola Palapa Quijas
 
Periódico La Jornada
Domingo 24 de septiembre de 2023, p. 2

Del conjunto de bienes muebles dañados por los sismos de septiembre de 2017, que afectaron en su mayoría templos de carácter histórico, María del Carmen Castro Barrera, titular de la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural (CNCPC) del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), informó que falta 40 por ciento de piezas por restaurar.

Al final se habrán recuperado al menos unos 5 mil bienes asociados al inmueble o un poco más, porque hay algunos sin contabilizar.

Generalmente, el concepto de bienes muebles se refiere a esculturas, pinturas de caballete y retablos, incluso al trabajo de montura de madera, que está, en la mayoría de los casos, en dorado.

En entrevista con La Jornada, la directora del CNCPC dijo que ha sido un trabajo a gran escala, porque los terremotos destruyeron iglesias y otro tipo de edificaciones con piezas asociadas, que son, por ejemplo, la pintura mural y la yesería, porque hubo grietas, fisuras, desplomes de cúpulas, de cubiertas, y, obviamente, con estos movimientos telúricos otros bienes muebles que estaban dentro resultaron afectados por la caída de material o colapsaron y eso pudo ocasionar fracturas, desprendimiento de la capa pictórica en casos como las esculturas o de las pinturas de caballete. De todo ello nos encargamos desde la CNCPC, explicó Castro.

La restauradora añadió que era importante atenderlos, porque son templos dedicados al culto y en su interior se encuentra el santo patrón o vírgenes y cristos, que son parte de la liturgia de la comunidad. Los sismos no sólo dejaron el dolor de ver una iglesia destruida, sino también estas imágenes tan importantes en el culto religioso de varias personas.

Tras los sismos, en algunas poblaciones se crearon templos externos con lonas y cubiertas provisionales; en algunas se colocaron imágenes y otras fueron resguardadas.

Castro Barrera comentó que en 2023, por decisión presidencial y de la Secretaría de Cultura federal, se deben aplicar todos los recursos que se tenían del Fondo Nacional para Desastres Naturales (Fonden) y otros recursos del Plan Nacional de Reconstrucción.

Falta de restauradores, uno de los retos

Recordó que en 2022, en el área de bienes muebles se atendieron alrededor de 2 mil y pico de objetos; no todos son intervenciones directas, también ha habido indirectas, que son protecciones sencillas; por ejemplo, en algunos casos se vieron en la necesidad de resguardar órganos o retablos con triplay.

El desafío principal que enfrentó la CNCPC fue contar con empresas instrumentadas para intervenir las piezas, ya que antes no había muchas compañías formadas en el área de restauración de bienes inmuebles y muebles.

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▲ Reconstrucción del caballo destruido de la escultura colonial de Santiago Apóstol de Izúcar de Matamoros, Puebla.Foto Arcadio Marín Marín / INAH

Otro de los retos, destacó, fue que en el INAH no hay suficientes restauradores, en total son alrededor de 166 que están repartidos por todo el país, e hicieron falta estos especialistas en los estados afectados para hacer el seguimiento, la supervisión, las autorizaciones y los expedientes administrativos, pero con el apoyo de los restauradores externos generamos frentes de atención al patrimonio cultural.

La encargada de la coordinación de conservación recordó de manera especial el caso de reconstrucción de la escultura colonial de Santiago Apóstol de Izúcar de Matamoros, Puebla, que fue un gran desafío para ellos. “La escultura quedó totalmente comprimida con la caída de la cúpula y, por su estructura ligera, hecha de pasta de caña, se perdió la forma original tanto de la cara como del porte del tronco y de las extremidades superiores e inferiores.

Fue un trabajo de tres años, y recordemos que también ocurrió la pandemia en medio de todo este proceso. Se tuvo que rehacer el caballo, porque estaba completamente desecho.

Precisó que éste, que no era un bien histórico, no se logró recuperar, así que el equipo de restauradores hicieron una réplica. No había manera de reconstruirlo, sólo se recuperó el hocico y parte de las patas y la cola, que se injertaron en el nuevo caballo.

Sobre cuántas piezas valiosas resultaron dañadas, Castro indicó que es difícil hablar de ello, porque cada templo tiene a su santo que es representativo e importante. Sin embargo, se refirió al caso de la capilla de Nuestra Señora de Guadalupe en el Peñón de los Baños, en la Ciudad de México.

Ahí había un retablo que prácticamente estaba abandonado, pero con el sismo se dañó más y tuvimos que intervenir; no sólo recuperamos la pintura de caballete, sino también todo el trabajo de dorado que tenía, porque estaba repintado, relató la funcionaria.

También mencionó el caso de los ex conventos ubicados a las faldas del volcán Popocatépetl, donde una pintura mural del siglo XVI presentó grietas y se tuvo que hacer desprendimientos con técnicas especializadas de fragmentos de la pintura para coser las grietas y recolocarlos en su sitio original.

De los trabajos de restauración especiales, Castro recordó el caso de las pinturas de la capilla de Santa María Ocuilan, en el estado de México, las cuales quedaron destruidas en su totalidad, pero se lograron recuperar. Se reforzó la tela con un proceso que consiste en la adhesión de los estratos pictóricos; tenemos fotos que demuestran esta recuperación, que para muchos fue casi mágica.

Castro explicó que los trabajadores del INAH se involucraron mucho en los procesos y en el sentido emocional con las comunidades.