Política
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Crisis migratoria
En parroquia de La Merced recobran fuerzas para seguir
Jessica Xantomila y Jared Laureles
 
Periódico La Jornada
Domingo 24 de septiembre de 2023, p. 5

En el barrio de La Merced los migrantes han encontrado un lugar de refugio ante la saturación de los albergues en la Ciudad de México. En la parroquia de Santa Cruz y la Soledad hasta 600 personas han sido albergadas en las últimas semanas, pero el máximo alcanzado es de 700. También ocupan la Plaza de la Soledad para acampar.

Este espacio se ha vuelto popular entre ellos porque aquí arriban en autobuses de líneas de bajo costo desde Tapachula y Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, y Juchitán, Oaxaca, ya que tienen sus terminales improvisadas en pequeños locales, y porque entre los migrantes corren la voz de que aquí los recibe el padre Benito Torres Cervantes, el encargado del templo.

También son trasladados por la Secretaría de Inclusión y Bienestar capitalina, que reubica a quienes están en los parques o en las inmediaciones de la Central de Autobuses del Norte, de la Tapo y del Zócalo.

Hasta la Plaza de la Soledad, ubicada a cinco cuadras de La Merced, zona considerada foco rojo delictivo, llegan familias con niños, mujeres y hombres, la mayoría de Venezuela y Haití, aunque también africanos y asiáticos. Sin embargo, aseguró el padre Benito, no ha habido riesgos para ellos.

Rosmary, junto con su esposo, cuatro niños y su perrito, todos originarios de Venezuela, tienen dos días pernoctando en la iglesia, que el padre Benito adecuó para que duerman en colchonetas en distintos espacios, incluida la sacristía y la nave central en donde se celebran las misas.

El camión que nos trajo desde Oaxaca nos dejó aquí cerca y preguntando supimos que nos podíamos quedar, platicó la mujer mientras estaba sentada cuidando a sus hijos que jugaban en el atrio del templo.

Compartió que su estancia es sólo para retomar fuerzas y juntar un poco de dinero, trabajando en lo que se pueda, para seguir su camino rumbo a Monterrey, Nuevo Léon, ya que todos sus recursos se fueron en el pago de extorsiones para superar los retenes y llegar a la ciudad.

Por eso, afirmó que el viaje al norte ahora será por tren. En el bus también es más complicado porque los de Migración nos bajan, a nosotros nos bajaron cuatro veces cuando veníamos de Oaxaca. En una de esas nos pusieron a caminar durante un día completo con una temperatura como de 40 grados.

La mayoría de los migrantes que llegan a esta parroquia deciden avanzar principalmente en el tren de carga La Bestia que pasa por Huehuetoca, estado de México, porque en los camiones los bajan o no les venden los boletos porque no tienen el permiso para transitar, aseveró el padre Benito.

La verdad, expuso, es que muchos de ellos llegan a la Ciudad de México muy dañados tanto física como sicológicamente por todo lo que pasan, como la selva del Darién (en Panamá), los momentos de hambre, que hay lugares donde no les tienden la mano. Pero lo que la mayoría se queja y dice que es lo más duro es México, por la cuestión migratoria, que a cada rato los retienen, que les hacen caminar kilómetros, que les quitan sus cosas.

Yanine, venezolana, quien migra con sus padres, hermana, hija y esposo, contó que ya tiene dos noches aquí y es momento de continuar. Vamos a Ciudad Juárez, nos iremos en el tren.

Explicó que ese es el medio por el que han logrado avanzar. Ya nos hemos montado antes, una vez agarramos uno (en Chiapas) y después otros tres, bajábamos y subíamos. Pero en Apizaco (Tlaxcala) pararon el tren y nos bajaron, nos metieron en un refugio como privado y de ahí nos mandaron otra vez a Villahermosa (Tabasco), de ahí volvimos a intentarlo y aquí estamos.

La joven madre reconoció que viajar en los vagones de carga es duro porque cuando ya llegábamos y estábamos cerca de Apizaco pasamos frío, en una de esas bajadas por estar apresurada porque vi a Migración, me caí, pero no me lastimé, sólo me hice un morado en la espalda.

El padre Benito, quien es el encargado de la parroquia desde hace nueve años, señaló que el número de migrantes que llega a su iglesia ha incrementado. Hace ocho años eran muy poquitos como ocho o 10, pero con las caravanas de 2018 aumentaron.

Desde que se anunció en diciembre que se quitaría la política de Estados Unidos Título 42, se empezó a poner más difícil, porque antes venían de dos a tres días y ahora se estancan más tiempo. Esperan su cita (para solicitar asilo en ese país), a algunos les sale a la semana o 15 días, pero a la mayoría le toma más del mes y eso hace que haya más, sostuvo.

Cuando no están dentro de la iglesia, los migrantes se distraen en la plaza, donde ponen música, algunos se cortan el cabello, otros lavan su ropa o tan sólo se recuestan en las jardineras.