Opinión
Sábado 23 de septiembre de 2023Ver día siguienteEdiciones anteriores
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No nos olvidaremos
Mariana Bermúdez
L

a memoria podría entenderse como un proceso vivo y continuo que trae al presente los hechos del pasado, los saberes aprendidos y nos permite construir el futuro nombrando quiénes somos, fuimos y seremos desde lo individual y lo colectivo. Septiembre es recordado como el mes de la patria, del sentimiento nacionalista que nos recuerda nuestra identidad social y personal; pero también como mes de la resistencia y de la lucha social, de recordar que nos hacen falta 43, así como 100 mil personas más.

El derecho a la memoria está vinculado directamente con la verdad, la justicia y la reparación integral del daño para quienes han sido víctimas de crímenes y violaciones graves a derechos humanos por parte del Estado. A partir de la segunda mitad del siglo pasado, en México podemos identificar con mayor presencia represiones, desapariciones forzadas, torturas y persecuciones políticas hacia miles de personas que se manifestaron en contra de políticas del gobierno mexicano contrarias a la democracia popular, construcción de paz y libertades sociales. Estas acciones estuvieron principalmente dirigidas hacia estudiantes y movimientos sociales que ejercían sus derechos a la libertad de expresión, manifestación y protesta social.

Sin embargo, a más de 50 años del inicio de esta etapa, siguen sin haber respuestas del Estado mexicano hacia estos crímenes, ni las actitudes hacia estas poblaciones han sido distintas. Al inicio de la administración del representante del Ejecutivo federal actual, se prometió a miles de víctimas y sus familiares que se buscaría la verdad y la justicia incansablemente y sin corrupción hasta obtener castigo a los culpables a través de comisiones que dieran respuesta de estos hechos. Las expectativas no sólo eran grandes, sino que también representaban esperanza para que los gobiernos pasados asumieran su responsabilidad en las violaciones a derechos humanos y hubiera reparación integral del daño.

A pesar de ello, el caminar ha sido distinto. Aunque se han visibilizado algunos de los obstáculos internos para dar verdades que generen sentido y certezas para las víctimas, aún se continúan replicando violencias institucionales para legitimar al gobierno y sostener sus narrativas y construcciones de verdades históricas más que reales. Entonces, ¿de qué sirve generar políticas de atención a los crímenes de Estado cuando se obstaculizan para cubrir a los responsables?, ¿cuál es el sentido de la verdad, la memoria, la justicia y la dignidad del gobierno hacia las víctimas, cuando se hace todo lo necesario para sostener lo insostenible?, ¿dónde quedan la verdad, la justicia y la reparación integral del daño para las víctimas?

Ante el olvido del gobierno mexicano, nuestra resistencia tendría que ser la memoria y la exigencia de justicia. Una memoria colectiva, social e histórica que continúe nombrando a quienes nos hacen falta hasta que haya verdad y justicia para ellas, elles y ellos. Pues no sirve de nada tener comisiones que busquen una verdad institucional inexistente, mientras la verdad de las víctimas y sus familiares siga sin querer asumirse y verse. Ya no queremos más verdades históricas que se construyan para sostener al propio Estado y sus instituciones, sino gobiernos que construyan paz y democracia mediante la verdad y la memoria para su pueblo.

Para construir otros mundos posibles donde sea posible la paz y la verdad, es necesario continuar transparentando los procesos de búsqueda de justicia y memoria, siempre caminando de la mano con las víctimas de los crímenes y violaciones a derechos humanos por parte del Estado. Esto significa enfrentar el miedo y confrontar al sistema; es pensar y nombrar con nuestras voces cuando nos hacen falta, porque nos construimos hablando de lo individual y lo plural, que sin la otra, otre, otro, no somos colectividad.

También es recordar que si les olvidamos, nos dejamos y sumamos a la amnesia institucional. Como sociedad civil, necesitamos continuar acompañando a quien busca verdad y justicia; recuperar la memoria social de resistencia y dignidad; continuar organizándonos y gritar nuestra independencia del gobierno que violenta y obstaculiza la verdad para las víctimas y sus familiares.