egún he repetido hasta el cansancio, el festival de cine de San Sebastián sufre de una grave desventaja. Al situarse en el calendario justo después de otros certámenes europeos como Locarno y Venecia, le quedan pocos títulos llamativos para su sección oficial. Y con frecuencia se ve obligado a dobletear con películas antes exhibidas en el encuentro de Toronto, que lo permite al no ser estrictamente competitivo.
Así las cosas, la película de inauguración de San Sebastián va a ser la misma de Toronto: la japonesa Kimitachi wa dô ikiru ka (El niño y la garza), el regreso al cine del maestro de la animación Hayao Miyazaki, quien estaba retirado. Pero el resto de la competencia no parece tan marcada por la sombra del festival canadiense. Ya veremos en los siguientes días si el material nuevo está a la altura de las circunstancias.
Lo que también es constante es la negativa de incluir cine mexicano en su sección oficial. No recuerdo cuál fue el último año en que compitió un título nacional por la Concha de Oro. (Quizás una película de Arturo Ripstein). Así, nuestra presencia se limita a la sección Horizontes Latinos, donde este año compiten tres títulos: El eco, nueva realización de la salvadoreña-mexicana Tatiana Huezo, quien ganó aquí hace dos años con Noche de fuego. También están Heroico, segundo largometraje de David Zonana, que se acaba de estrenar en nuestra cartelera, y Tótem, igualmente segunda película de Lila Avilés, que ha recogido premios en cuanto festival ha participado.
El cuarto cineasta mexicano en Donostia es Michel Franco quien participa en la popular sección Perlak con su Memory (Memoria), coproducción con Estados Unidos, cuyo actor principal, Peter Sarsgaard, acaba de ser premiado en Venecia.
No queremos quejarnos de favoritismo, pero la cinematografía argentina no tiene uno, sino dos títulos en competencia: Puan, de María Alché y Benjamín Naishtat, y La práctica, del iconoclasta Martin Rejtman. Además de otros títulos en Horizontes Latinos.
Ahora que se ha puesto de moda controlar el acceso a las salas mediante boletos, es necesario decir que todavía no aparece un sistema perfecto. El de San Sebastián resulta más eficiente que el de Cannes, pero hay que escoger todas las entradas del festival de un tirón el primer día que estén disponibles (el horario europeo obliga a madrugar para evitar el madruguete). Y los títulos no vienen acompañados de información pertinente –Cannes sí la tiene– entonces la selección se guía casi por instinto. Tan cómodo que era asistir a las funciones armado sólo con la acreditación.
Y hay mucho que ver en esta edición. Además, están las secciones de Zabaltegi, Nuevos Directores, Culinary Cinema, Made in Spain, Klasikoak y la retrospectiva, que en esta ocasión está dedicada al realizador nipón Hiroshi Teshigahara, cuya obra –salvo La mujer de arena–es prácticamente desconocida en México.
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