Política
Viernes 22 de septiembre de 2023Ver día siguienteEdiciones anteriores
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México SA

Migración, bomba de tiempo // ONU: discursos sin resultados // Estados Unidos: novela rosa

Carlos Fernández-Vega
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▲ Migrantes cruzan el río Bravo hacia Estados Unidos, en Eagle Pass, Texas.Foto Ap
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quí, allá y acullá, el galopante problema de la migración está en boca de todos, pero ni por aproximación los gobiernos y organismos internacionales involucrados toman decisiones concretas que contribuyan a solucionarlo. Todo el mundo habla de esta delicada situación –tantos en países expulsores como receptores–, pero más allá de los discursos nadie mueve un dedo para resolver de fondo esta crisis humanitaria que desde hace mucho se convirtió en una bomba de tiempo.

Más allá de la represión –la poco inteligente respuesta inmediata de las naciones receptoras que sólo provoca que permanentemente crezca la dimensión del problema–, lo cierto es que no hay forma de detener el flujo migratorio, producto de recurrentes crisis económicas, miseria, concentración del ingreso y la riqueza, desempleo galopante, desplome del poder adquisitivo, falta de oportunidades y tantas otras causas. Salvo contadísimas excepciones, nadie abandona su tierra natal por gusto; lo hace por necesidad.

En el caso de la migración hacia Estados Unidos (que ahora debe afrontar las consecuencias de su propagandística novela rosa del american way of life), su gobierno no ha hecho más que proceder de forma salvaje: construye muros, despliega boyas con navajas en la frontera con México, incrementa el número de policías fronterizos, aprueba más y más leyes punitivas en contra de los invasores, reprime, margina, encarcela, expulsa y viola los derechos humanos de quienes pretenden encontrar la vida en esa nación.

Por el lado mexicano, desde hace décadas el gobierno en turno vive en el sempiterno sueño de que algún día –quién sabe cuándo, pero sucederá– firmará un gran acuerdo migratorio con su arrepentido vecino del norte, por medio del cual se erradicará el racismo, la discriminación, la persecución, la permanente violación de los derechos humanos y la xenofobia anglosajona, y así todos serán felices.

Miles y miles de migrantes nacionales y foráneos recorren miles de kilómetros encondiciones infrahumanas y cotidianamente se juegan el pellejo en su intento de llegar a Estados Unidos, y si bien no todos lo logran (la primera vez) el oleaje crece año tras año. Más allá del ancestral desplazamiento de nuestros propios paisanos, México se convertido en la antesala, en el patio de espera de ese ejército que no ceja en su empeño de realizar su sueño.

Lo mismo sucede en otras latitudes, ante la mirada impávida de los organismos internacionales –especialmente la Organización de Naciones Unidas, ONU– que no pasan del discurso –repetitivo y ramplón–, la creación de comisiones para resolver el problema y la aprobación de un pacto mundial para una migración segura, ordenada y regular (firmado por 164 países en 2018) que ni siquiera trascendió la presentación del documento original.

La propia ONU reconoce la ola imparable, el acelerado crecimiento de las corrientes migratorias en el mundo: sólo en lo que va del presente siglo, el número de migrantes en el planeta creció de 174 millones en 2000 a 281 millones en 2020. A ese ritmo, se estima que en 2023 ese universo supera 310 millones de personas. De hecho, desde la firma (2018) de aquel pacto mundial alrededor de 50 millones de migrantes se sumaron al inventario, y los discursos no cejan.

También es relevante el beneficio económico para los países expulsores: de 2000 a 2020, el monto de las remesas enviadas por sus migrantes (México incluido) se incrementó cerca de 500 por ciento, al pasar de 126 mil millones de dólares en el primero de los años citados a 702 mil millones en el segundo, de acuerdo con las cifras de la ONU.

En 1951 la ONU creó la Organización Internacional para las Migraciones, con el fin de “cerciorarse que la migración se gestiona de forma ordenada y humana (…) y ayudar a encontrar soluciones prácticas a los problemas migratorios”. Setenta y dos años después, el problema está desbordado y presenta una situación explosiva.

Las rebanadas del pastel

¿Para qué comparecer en la Cámara de Diputados si sus furibundos inquilinos hacen caso omiso del funcionario citado y toman el recinto parlamentario como si fuera palenque electorero?… La buena, que Cuauhtémoc Blanco seguirá haciendo lo mismo (léase nada a favor de los morelenses), pero sin posibilidad alguna para la CDMX; la mala, que al perdedor de perdedores Ricardo Monreal no le bastó Sandra Cuevas, porque ahora está listo para imponer a su hija Catalina al frente de la alcaldía Cuauhtémoc, de formación itamita, dice que sanar es empoderar. ¡Ole!

Twitter: @cafevega