Viernes 22 de septiembre de 2023, p. 14
Si la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) tiene alguna prioridad en este momento, esa es dar atención integral
a sus estudiantes –muchos de los cuales siguen afectados física y emocionalmente por la pandemia– en el marco de una actitud de escucha entre autoridades y alumnos, que vaya en ambos sentidos.
Así lo afirmó Patricia Dávila Aranda, secretaria de Desarrollo Institucional de la máxima casa de estudios, quien se consideró a sí misma como una de las personas que mejor conocen la universidad, por su experiencia en diversos cargos.
La investigadora del Instituto de Biología de la UNAM –quien dirigió la Facultad de Estudios Superiores (FES) Iztacala de 2012 a 2020– señaló a La Jornada que la universidad no puede seguir creciendo al ritmo actual, so riesgo de perder calidad
educativa, aunque no descartó posibilidades de expansión en el formato a distancia y en escuelas foráneas.
Dávila, quien también se desempeñó como jefa de la División de Posgrado, consideró que el siguiente titular de la UNAM no debe tener filias ni fobias políticas
, para dialogar con todas las autoridades y grupos, y se dijo convencida de tener las capacidades y experiencia para ser nombrada como la primera rectora de la institución.
–¿Cómo ve el presupuesto que recibe la UNAM y qué posibilidades hay de ampliar la matrícula?
–El presupuesto ha aumentado cada año más o menos 5 por ciento; no nos va mal, en comparación con otras universidades públicas, pero eso no quiere decir que sea suficiente, porque con la inflación, el valor adquisitivo de lo que manejamos se viene para abajo.
“Pero también hay que considerar que con esos recursos hemos hecho nuestras funciones elementales y hemos aumentado la matrícula en 35 mil estudiantes más. No es trivial, eso equivale a varias universidades estatales juntas.
Sí hay muchos rechazados y nos duele, pero desafortunadamente la UNAM no puede seguir incorporando tantos estudiantes. No es un problema de la universidad, sino del sistema de educación superior del país.
–¿La UNAM podría perder calidad si se plantea crecer demasiado?
–Yo creo que sí. La universidad no debe seguir creciendo bajo este presupuesto y en las condiciones actuales, sino fortalecerse y cumplir sus funciones. Podría crecer en educación a distancia, aunque con mucho cuidado, porque el peor escenario sería meter muchos estudiantes y sacar pocos, pues este sistema no tiene eficiencia terminal buena.
“La otra opción son las cinco Escuelas Nacionales de Estudios Superiores (ENES), que han crecido muy poco y tienen que apoyarnos más de lo que lo han hecho, para ‘jalar’ estudiantes en las entidades donde se encuentren.”
–¿Deberían ofertar medicina, derecho, sicología, las carreras más solicitadas?
–Sí. La idea era tener ahí carreras innovadoras que no chocaran con las de las universidades locales, por respeto y consideración, pero la verdad es que –con grandes excepciones– no todas esas carreras han tenido demanda. Tendríamos que pensar en incluir algunas de las carreras más pedidas y, por el otro lado, pensar si las de baja demanda deberían continuar.
–¿Cómo ve el tema de los profesores de asignatura? ¿Es viable aumentar su salario?
–Cometería un error si en este momento dijera si es viable o no. Primero tenemos que revisarlo y modificar el Estatuto del Personal Académico, antes de hablar de salarios, porque no es sólo una decisión del rector o rectora. Nuestro presupuesto viene en 96 por ciento del gobierno federal y debemos justificarlo peso por peso.
Antes de cualquier cosa, tendríamos que justificarle muy bien al gobierno y entender hacia dónde podríamos caminar para solucionar el problema, que puede hacerse acotando las funciones de los profesores de asignatura, ayudantes y técnicos académicos. Es un trabajo de ingeniería que tendríamos que revisar.
–¿Cómo relacionarse con una Presidencia que ha sido más crítica con la UNAM?
–La UNAM está acostumbrada a las críticas, a pensar y a diferir. Creo que el siguiente rector o rectora tendría que ser alguien que no tuviera ninguna filia o fobia política, y, por ende, tuviera una capacidad de acercarse a cualquier grupo sin problemas y sin compromisos. Que pueda sentarse y llegar a acuerdos con los diferentes actores gubernamentales
–¿A usted le daría una perspectiva diferente como rectora el haber dirigido una escuela periférica?
–Me da muchísima. Una facultad como la que yo dirigí, con más o menos 17 mil alumnos, mil trabajadores, 400 profesores de carrera y 2 mil y pico de asignatura; fuera de Ciudad Universitaria, en el estado de México, es prácticamente como una universidad en chiquito.
Siempre he dicho que soy de las personas que más conocen la universidad porque estuve en el Instituto de Biología como investigadora; con diferentes puestos en Iztacala, con ocho años como directora, donde me fue muy bien; después el Posgrado y la Secretaría de Desarrollo Institucional. Por eso me atrevo a decir que la conozco bastante bien.
–¿Hay inequidades entre los planteles de la UNAM?
–No inequidades, sino diferencias, porque evidentemente donde hay más personas, como es el bachillerato y algunas facultades, es donde resulta más complicado el asunto de las instalaciones y la infraestructura.
–¿Habrá algunos planteles donde haya que poner más atención?
–Sí, sin lugar a dudas en el bachillerato, algunas facultades de Ciudad Universitaria y todas las FES. En cuanto a instalaciones, todos requieren siempre de plazas y equipamiento, pero hay que entrarle de manera armónica y paulatina.
–El ser mujer en la contienda por la rectoría, ¿lo toma como un desafío o un estímulo en particular?
–Es un desafío personal. Soy una mujer que viene desde abajo, de un estrato económico muy bajo. Mi vida fue difícil y he caminado a lo largo de los años y he llegado aquí por circunstancias, pero también porque he demostrado trabajo. La universidad está preparada para un hombre o una mujer, que tenga las habilidades y capacidades, no sólo por ser mujer. Debe tenerse el conocimiento, la experiencia, las habilidades, y yo creo que los tengo.
–¿Qué propondría para solucionar la violencia de género?
–Se ha caminado muchísimo y el rector Enrique Graue ha hecho un gran esfuerzo en esto. Tenemos un protocolo especial y la Defensoría se encarga de la investigación, pero el principal problema que debemos atacar es que cuando alguien diga me violentaron
, se la acoja, se le contenga y se le ayude.
“La contención inicial es muy importante y me parece que esa parte de repente nos falta; no puede ser que se responda ‘ve y haz una cita en la Defensoría porque dices que te violaron’. Yo no sé si eso es cierto, pero cuando alguien llega, de inicio tengo que aceptar que esa persona necesita apoyo.
Necesitamos tener capacitación en cada plantel, pero tampoco se necesita un doctorado para escucharlas y arroparlas en el sentido más amplio de la palabra. Después se siguen los protocolos, pero ya con el acompañamiento de su familia o su pareja. Si entendemos eso, muchas cosas cambiarían.
–¿Qué puede hacer la Universidad Nacional por una generación muy afectada por la pandemia y otros problemas?
–La universidad tiene que hacer mucho. Los alumnos llegan con problemas físicos, emocionales y de conocimientos, no nos hagamos tontos. Debemos atenderlos de manera integral, especialmente escuchándolos.
Pero ellos también nos tienen que escuchar, porque esto es de ida y vuelta. Ellos tienen derecho a quejarse y a estar enojados, pero también nos tienen que entender, porque de repente piden cosas que simplemente no son posibles y tenemos que llegar a acuerdos. Para mí, esa es la meta más importante.